Las elecciones municipales portuguesas, en las que se elige al alcalde, a la asamblea municipal y a la Asamblea Parroquial (freguesias), acostumbran a ser las elecciones con los resultados más previsibles en el panorama portugués. Sin embargo, el pasado domingo fue diferente y Portugal fue el escenario de una de las mayores sorpresas electorales de los últimos años. La victoria que daban las encuestas y todos los comentaristas políticos a Fernando Medina, hasta ayer alcalde de Lisboa, resultó ser uno de los mayores errores cometidos por las empresas de encuestas (criticadas desde hace muchos años en Portugal) y generó una sorpresa pasada las tres de la madrugada: Carlos Moedas, excomisario europeo de ciencia e Innovación y candidato del PSD (Partido Social Demócrata, de centro derecha) al Ayuntamiento de Lisboa, gobernará el mayor ayuntamiento del país con una diferencia de solo 2.299 votos.

Si nos fijamos en los datos, sin ninguna lectura política, podríamos pensar que el Partido Socialista (PS, centro izquierda) tuvo un desempeño positivo en estas elecciones. Los socialistas mantienen su liderazgo en la Asociación Nacional de Municipios, una fuerza regional muy relevante, ya que es el partido que va gobernar un mayor número de municipios- 147 ayuntamientos socialistas - frente a 109 ayuntamientos del PSD. Sin embargo, 66 municipios cambiaron de partido con respecto a las últimas elecciones locales de 2017, ganando el PSD 32 y perdiendo 16 a manos de otros partidos, mientras que el PS ganó 22 ayuntamientos, pero perdió 34. Y la guinda del pastel, Lisboa, el bastión socialista de los últimos 14 años, un municipio que fue presidido durante 6 años por el primer ministro y que cambió ayer de color, poniendo así en cuestión a un partido, el Socialista, que parecía intocable e incuestionable. En general la sensación en el país es que los partidos de izquierda han quedado debilitados, con derrotas en municipios míticos para los comunistas, como Almada y Loures (de la región metropolitana de Lisboa), y el fortalecimiento de un partido recién creado, la Iniciativa Liberal, que se configura como un actor relevante para posibles acuerdos dentro de la derecha.

Las regiones periféricas y ultraperiféricas ocuparon un lugar destacado en las elecciones, lo que pone de manifiesto el incremento de la importancia de estas regiones para la política nacional - no es casualidad que los dos mayores partidos del país terminaran sus campañas electorales en las Azores-. Portugal, que sigue siendo uno de los países más centralizados de Europa, tenía la regionalización y la descentralización como uno de los temas principales de estas votaciones. Los líderes del PSD, Rui Rio, y del PS, António Costa, recorrieron el país buscando fortalecer su posición en la escena nacional, sabiendo que es a nivel regional donde se juega el verdadero ajedrez político.

En Oporto, la discusión sobre la regionalización ocupó el centro del debate electoral, y el ganador, Rui Moreira, cada vez más escéptico con las posibilidades de regionalización, aunque no obtuvo la mayoría absoluta. Se cree que en el futuro podría aliarse con Vladimiro Feliz del PSD, para evitar que su último mandato al frente del segundo municipio más más relevante del país sea ingobernable.

Coimbra recibió una cobertura mediática inusual en estas elecciones cuando el PS propuso trasladar la sede del Tribunal Constitucional a Coimbra, la ciudad académica y jurídica por excelencia de Portugal. Muchos consideraron que esta idea era una simple descentralización más que un movimiento verdaderamente regionalista y un grupo de magistrados incluso consideró que la ciudad iba a “desacreditar” este Tribunal. Al final, el PS fue derrotado con mayoría absoluta por José Manuel Silva, un candidato que aglutinaba a siete partidos, derrotando en esta ciudad también al presidente de la Asociación Nacional de Municipios.

En Braganza y sin sorpresas, Hernâni Dias, candidato del PSD, volvió a ganar por mayoría absoluta tanto en el Ayuntamiento como en todas las parroquias, lo que garantiza el mantenimiento de las políticas de proximidad a España que Días lidera, si bien hay que tener en cuenta que este será, debido a la ley electoral, su último mandato como alcalde. En el otro municipio fronterizo, Miranda do Douro, la administración socialista llegó a su fin, y se inició un nuevo ciclo con los socialdemócratas al mando del Ayuntamiento con la victoria de la candidata Helena Barril, que obtuvo el 54,15% de los votos y se convierte así en la primera mujer que accede al cargo en este municipio. La victoria de Helena Barril supone la derrota del carismático expresidente Júlio Meirinhos, alcalde del municipio en varias ocasiones en las últimas décadas.

Unas elecciones las de domingo que han estado marcadas, como es habitual, por una alta abstención -del 46,32%- y que han supuesto un renacimiento de la oposición de derechas en Portugal, a la vez que han debilitado a los partidos ubicados en los extremos. El partido en el Gobierno, finalmente, ha perdido fuerza en lo que se consideraba su feudo más fuerte: el poder local. Las cosas están cambiando en Portugal.

(*) Consultora Public Affairs

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