Los pastores de Italia y Sicilia portaban en sus zurrones “la lupara”, escopeta de caza recortados los cañones y la culata, cargada con posta lobera, de ahí su nombre, en previsión de toparse con un lobo y abatirlo in situ.

El Gobierno de España enajenado, sea por las tufaradas del Cumbre Vieja o por los embriagadores sahumerios de los ecologistas, está ejecutando cada vez más y mayores paridas de lo acostumbrado, entre ellas la prohibición total de la caza del lobo. En el colmo de la sinrazón se protege a las alimañas y se expone a los corderos y a sus pastores. No seré yo quien abogue por el exterminio del lobo, ni siquiera el de las víboras, pero sería muy conveniente alcanzar un orden razonable, que permita el pastoreo y la vida digna de los ganaderos e impida o limite al lobo hacer sus lobadas.

Lo más indignante es que estos amantes del lobo (de Caperucita) son los que quieren redimir a la España vaciada y fomentar la actividad rural.

F. Mario Santos