El furor desatado históricamente en España con el desarrollo de la red de Alta Velocidad contrasta notablemente con la progresiva pérdida de servicios ferroviarios en provincias como Zamora. Aun habiéndose mejorado los tiempos de viaje en una red en la que nuestra provincia queda meramente de paso -conexión entre Madrid y Galicia-, es innegable la progresiva pérdida en el número de servicios, estaciones y apeaderos que se ha venido sufriendo desde la década de los años 80’ -como ejemplo la supresión de la Ruta de la Plata-, debido, entre otras cuestiones, a implementación del neoliberalismo como modelo estructural económico.

No se trata de oponer, tal y como las inversiones ponen de manifiesto, el modelo de Alta Velocidad al modelo convencional. Se trata de complementar la línea de AVE

En el caso particular que nos atañe, el de nuestra provincia y ciudad de Zamora, el único cariz positivo que se puede extraer de un análisis racional de la llegada de la Alta Velocidad tiene que ver con el incremento en el número de turistas procedentes de otros puntos de la geografía nacional -principalmente Madrid-. Frente a lo que se pregonaba hace años, la implementación de este modelo no ha supuesto el desarrollo de un tejido empresarial ni en la capital ni en sus comarcas, algo a todas luces inviable en un país que carece de armonía fiscal y que fomenta la competencia entre los distintos reinos de taifas -también llamados comunidades autónomas-, y que todavía se antoja más dificultoso con la cercanía de nuestra provincia a un paraíso fiscal como lo es Madrid, agujero negro que tiende a la concentración de capitales y a ahondar la brecha entre centro y periferias. La segunda consecuencia visible de la llegada de la Alta Velocidad a Zamora y la rápida trabazón con la capital nacional, que enlaza con lo aquí sucintamente desarrollado, ha sido la facilitación de la conexión de los emigrados laborales con dicha ciudad, que pueden retornar a Zamora con mayor facilidad para visitar a sus familiares o amigos.

Frente a este modelo, languidece moribundo el ferrocarril convencional, asfixiado a lo largo de los años debido a la falta de inversiones que absorbe la red que está de moda, la de la AVE. En Zamora, hemos pasado de tener conexiones directas en red convencional con Barcelona, Zaragoza, Salamanca, Sevilla, Oviedo, Benavente, Extremadura… Así como toda una serie de municipios de la provincia que se han visto excluidos de la red ferroviaria, para depender de un modelo radial que aprisiona a la conexión con Madrid.

Actualmente, el único servicio existente del modelo convencional en la provincia es el tren regional de Media Distancia que une diariamente Valladolid con la capital y con Puebla de Sanabria, vertebrando a su paso siete de las doce comarcas de la provincia, prestando servicio a pueblos, en un tiempo operativo, que sería impensable a través del transporte por carretera. Este ferrocarril encarna a la perfección la degradación y el abandono del modelo convencional por parte de las administraciones -nacional y autonómica- y de la mal llamada “empresa pública” Renfe Operadora: Ausencia de la figura del interventor, necesaria para la venta de billetes a los usuarios de los pueblos que se ven privados de su derecho y obligación a contar con billete y asistencia en viaje, con la consecuente inexistencia de una contabilización fiable de los pasajeros de cara a futuras revisiones del servicio (que ya se vienen produciendo en trenes similares, con la supresión como final augurado, tal y como ya sucedió con el necesario servicio que unía Puebla de Sanabria con Ourense), y con la negligente carencia del seguro obligatorio de viajeros (SOV), incluido en el billete. Además de lo manifestado, este tren no suele cumplir con los horarios establecidos debido, entre otras cuestiones, a que los maquinistas pierden tiempo preguntando a los viajeros cuál es su destino, labor que desempeñaría la figura del interventor con la cual Renfe no cumple a consecuencia de no cubrir las plazas que pierde debido a las jubilaciones y a una priorización, en el caso de la “residencia de Valladolid”, de los servicios Avant de Alta Velocidad entre dicha ciudad y la capital nacional, tal y como me han comentado los interventores con los que he tenido el placer de conversar durante mis trayectos entre Puebla y Zamora. A todo esto, hay que sumarle el mal funcionamiento del aire acondicionado, así como los fallos en la iluminación, y la imposibilidad de viajar con bicicleta (que fomentaría el uso cicloturístico del tren hacia la Sierra de la Culebra).

No puedo pasar por alto la mención al timo que ha supuesto, en muchos aspectos, la “flamante” nueva estación de “Sanabria Alta Velocidad” ubicada en la localidad de Otero. Partiendo de la base de que siempre es positiva la implementación de nuevas infraestructuras y estaciones en la provincia, hay que tener en consideración que el número de servicios con parada en la comarca se ha reducido notablemente, si comparamos los trenes Alvia que paraban en Puebla de Sanabria con los que actualmente se detienen en Otero. Echando la vista hacia atrás, antes del estado de alarma, paraban en Puebla 9 Alvias diarios, más los dos servicios del regional. Actualmente, sólo 4 Alvias diarios dan servicio a la estación de Otero. De nada sirve reducir los tiempos de viaje si incrementamos la espera entre el número, cada vez más menguante, de servicios.

Desde Izquierda Unida apostamos por el ferrocarril convencional. Tal y como se aprobó en la moción presentada en el mes de febrero -con el desprecio del Partido Popular refiriéndose a este modelo como el del tren “chucuchú”-, y siguiendo la línea argumental que compone este artículo, es necesario, debido al carácter y a la rentabilidad social del servicio regional vertebrador que une Valladolid con Zamora y sus comarcas, incrementar al menos a dos relaciones ida y vuelta diarias la actualmente existente, así como recuperar apeaderos en desuso, como el de San Pedro de las Herrerías, que permitirían conectar nuevamente a los vecinos de la zona con la capital a través de los caminos de hierro. Además de esto, Renfe Operadora debería seguir las recomendaciones que en distintos informes le ha proporcionado la consultoría INECO, con el fin de racionalizar los vehículos empleados a la realidad sociodemográfica de la provincia, esto es, emplear trenes con una capacidad de viajeros más reducida.

No se trata de oponer, tal y como las inversiones ponen de manifiesto, el modelo de Alta Velocidad al modelo convencional. Se trata de complementar la línea de AVE con una red convencional pública y nacional, libre de injerencias externas -impuestas por las directrices neoliberales europeas-. En el caso de nuestra provincia, además de lo ya planteado, se debería de tener en consideración reestablecer, tal y como sucedía hace décadas, la conexión ferroviaria entre Valladolid y Ourense en vía convencional, dando servicio a todas las estaciones y apeaderos clausurados, como ejemplo los de la Alta Sanabria, recuperando además servicios perdidos como la conexión entre Puebla de Sanabria y Ourense -revitalizando todos los apeaderos clausurados- o los trenes hoteles y nocturnos, como el Zamora-Barcelona.

El rico refranero español tiene un sinfín de expresiones seculares aplicables a distintos contextos y ejemplificaciones. En el caso de la Alta Velocidad Española, se me antoja aquel que dice que “no es oro todo lo que reluce”.

(*) Concejal de Barrios del

Ayuntamiento de Zamora