La llegada del otoño afecta al paisaje y al paisanaje de la Zamora urbana y también de la rural. La ciudad empieza a quedarse sola hasta que, llegados los primeros fríos, su estado natural sea el de solitariamente sola. Es un sino que no me gusta. Me gusta ver Zamora a rebosar de propios y extraños. Me gusta ver a Zamora bulliciosa. Me gusta ver en los parques a los niños jugando y por las calles, con nuestra parsimonia tradicional, deambulando de un lugar para otro tratando de dar vida al comercio tradicional, al nuestro, al de toda la vida, al que lo que gana aquí, aquí lo deja.

Me encanta que los zamoranos de la diáspora vuelvan a casa y no sólo en Navidad o en Semana Santa. Me gusta que lo hagan en verano, para sumar, como hacen Lolo y Manel. Manuel Herrero y Manuel Cordero. Dos instituciones cuyo recuerdo permanece vivo en tantos y tantas de sus clientes y amigos. Quizá dos de los estilistas zamoranos cuya buena fama logro traspasar las fronteras provinciales. No era para menos. Ambos permanecen en la memoria individual y colectiva de cuantos les conocieron, como permanecen en el corazón de tantos como les sentimos y llamamos: amigos.

Lolo y Manel viven en las Islas Afortunadas donde disfrutan de inviernos llevaderos y donde juntos y por separado constituyen una embajada de todo lo que Zamora es y tiene. No los hay mejores. Cuando regresan a casa lo hacen con la vitalidad de siempre, con ese buen humor y esa alegría que, entonces y ahora, les acredita, fomentando siempre la amistad que ellos dan a manos llenas. Cuantos buenos momentos con Mari Nieves, en su preciosa finca, en casa de Gloria, en cualquier bar y restaurante de Zamora, en cualquier terraza de las que invitan a pegar la hebra durante un rato que se antoja inolvidable.

Eso es lo que son Lolo y Manel, dos personas inolvidables. Como estilistas, como amigos y como zamoranos. Manel, aunque andaluz, uno no es de donde nace, sino de donde pace y ya son muchos años en esta tierra como para sentirse ajeno a ella, con los defectos y las virtudes que todas las ciudades pequeñas tienen. Cualquier evento que organizaban lo hacían a lo grande, dejando huella. Cuando agonice el mes, Lolo y Manel pondrán rumbo a Canarias. Dos figuras icónicas del verano zamorano que perderemos durante unos meses, los más fríos. Dos personas inolvidables por su trabajo bien hecho y por su capacidad para generar amigos. Siempre llevaré vuestra amistad cosida al alma con puntadas firmes. Feliz regreso a Canarias y hasta la vuelta.