Con la venía, Señoría:

Su lectura de folios en el acto solemne de la inauguración del “Año judicial” –no le voy a decir, ni por cortesía, que me gustó- en vez de un Informe de Gestión del Consejo General del Poder Judicial, que preside su Señoría, y una exposición del ideal de funcionamiento de la Institución para el curso entrante, se dedicó a sermonear a todos los asistentes.

A juzgar por la cara que ponía el Presidente del Partido de la oposición al Gobierno al escucharlo y de las declaraciones posteriores, “por un oído le entró y por otro le salió” su monserga. Así, pues, según mi leal saber y entender no tuvo mucho éxito.

Esta visión del mundo –que defiende con tanta insistencia la independencia de la Justicia- tuve la impresión que defendía privilegios sobre todos los demás poderes del Estado y no como un pilar independiente. En algunos párrafos de su lectura, incluso, parecía basarse en la ley del más fuerte.

En eso de la defensa de la Constitución Española quiero informarle que ese Alto Tribunal no está solo. Somos una mayoría, próxima al cien por cien, los españoles que lo hacemos y cumplimos las Leyes

En su salmodia eché en falta la exposición de la fuerza moral que tiene el ejemplo personal cuando se está al frente de instituciones tan relevantes del Estado y la figura de su Señoría, en mi opinión no encarna las aspiraciones universales del ideal de justicia que ampara a las personas más desfavorecidas, no insufló, en los que lo escuchamos, el más mínimo atisbo de esperanza en la transformación moral de la conducta de los seres humanos. Algunos esperábamos que nos hubiese aclarado las contradicciones de las sentencias de los Tribunales Superiores de Justicia de las Comunidades Autónomas tan diferentes, en temas, para nosotros iguales. Es una de las razones por las que las actuaciones judiciales están, todos los días, en los medios de comunicación.

En todos los debates sobre las sentencias judiciales gravitan viejas estructuras de poder y privilegio que parece que nunca desaparecieron del todo. Nunca se desmantelaron del todo.

Su Señoría sigue incumpliendo lo que reprochaba a los partidos políticos. No se sorprenda, somos mal pensados, pero suponemos que algo tiene que ver con la nómina y otras canonjías. De paso, podía habernos informado del trabajo que hacen en conjunto los 126 Magistrados que componen el Alto Tribunal. Y aprovechando la tribuna, recomendar a algunos de sus colegas que hagan algún curso de lingüística para que podamos entender el contenido de las sentencias en su totalidad.

Mire Señoría, en eso de la defensa de la Constitución Española quiero informarle que ese Alto Tribunal no está solo. Somos una mayoría, próxima al cien por cien, los españoles que lo hacemos y cumplimos las Leyes no porque sean justas sino porque nos parece más justo cumplirlas. No sé quién lo dijo, pero es cierto. ¡Ah! y seguiremos pagando los impuestos aunque usted no dimita.

Los que valoramos el legado que nos dejan las Altas Instituciones del Estado, tengo el presentimiento de que al periodo de su presidencia habrá poco que homenajear. Cuando uno oye su discurso, deja un poso de amargura en el corazón en vez de hacer renacer la esperanza.

El reproche al Gobierno por los indultos del “Procés” no sé qué tiene que ver con el cometido de la Institución que Su Señoría preside. Me permito sugerirle que lea a los clásicos y las Odas de Horacio. Le harán un gran bien a su agitado espíritu.