Si hace unos días me preguntan por el “fortnite”, hubiera salido por donde usted se está imaginando, para los modernos, por los cerros de Úbeda. Mi amigo Alberto me ha sacado de dudas. Tiene un sobrinito enganchado al “fortnite” y ante mi cara de asombro y estupor me ha aclarado de que va la cosa. Debo estar un poco desfasada. Confieso que ciertas cuestiones no me interesan y menos esto del “fortnite” que, para más inri es adictivo, hasta el punto de que esta semana se conocía el caso de un menor que estuvo hospitalizado en Castellón por un uso abusivo del videojuego en cuestión, ya que eso es el “fortnite”, uno de los muchos enemigos que tiene la socialización en nuestros niños y jóvenes.

El chico en cuestión llegó a estar conectado a las pantallas 20 horas diarias. Una salvajada que lo ha dejado ‘fortniteado’, es decir, mentalmente fuera de juego hasta el punto de que los expertos están empezando a alertar a padres y profesores sobre los peligros de este y de otros muchos juegos. La preocupación de psiquiatras y psicólogos es un hecho que les ha invitado a recomendar a los padres que limiten el tiempo que pasan los menores con estos dispositivos. Y, ya puestos, que a ser posible, los más pequeños no tengan contacto con ellos. Les va el desarrollo en ello. Lo que quiere decir que ni física, ni intelectual, ni mentalmente, los adictos se están desarrollando como sería deseable.

Hasta ahora no había precedente alguno sobre la urgente necesidad de ingreso hospitalario para desintoxicarse del uso de un videojuego, hasta topar con el susodicho. El ‘fortnite’ es un fenómeno social que cuenta con millones de seguidores. Divertido y fácil de jugar, puede muy bien decirse que ambos son dos de los puntales sobre los que se asienta su éxito mundial y que, según los expertos, llegó en el momento adecuado. Conmigo que no cuenten ni como adicta ni como adepta. Paso. Pero sí me gustaría alertar a los padres en un sentido, si este juego ha entrado en sus hogares, tómenselo en serio.

Quizá haya que convertir sus potencialidades en aliados para conseguir un juego saludable, sin demonizarlo. Ya sabemos lo que suele ocurrir con todo lo prohibido. Los seres humanos somos transgresores por naturaleza y nos gusta enfrentarnos a las prohibiciones, cayendo en ellas. Mantener a raya la adicción supone consensuar con los hijos el tiempo de juego y otras cuestiones de las que los expertos en adicciones pueden informar con conocimiento de causa y de la forma más conveniente. Hay quienes han comparado el “fortnite” con la heroína. Usted mismo.