A pesar de la fuerza, a pesar de la intensidad de la lluvia caída que siempre asusta un poco, por aquello de las inundaciones, quiero saludarla: ¡Bienvenida, lluvia! No sé qué opinarán los agricultores. El campo es otro mundo, hermoso, necesario, único. Ignoro las condiciones del suelo pero esta lluvia es bien caída, aquí y en la Sierra Bermeja. Gracias a Dios, las lluvias caídas en la zona durante la noche del martes al miércoles permitieron activar el nivel 0 de emergencia. Puede decirse que tras seis espantosos días de lucha contra el fuego, el incendio de Sierra Bermeja ha quedado controlado. Lo digo con la debida prudencia porque estos incendios de “sexta generación” van a su bola, a lo que hay que añadir un nuevo fenómeno: el pirocúmulo que ha complicado, ¡y de qué manera!, el incendio de Málaga.

Cruzo los dedos, toco madera y confío en que, sino la extinción propiamente dicha, por lo menos el control de tan devastador elemento sea un hecho irrefutable. Es la consecuencia de la España vaciada. Hablando de vaciado, no hace falta poner la moviola en marcha porque está en la mente de todos los zamoranos, automáticamente surge el fantasma de Ricobayo. Ese vacío inmenso que nos han dejado los dueños del agua embalsada en Zamora. Mucho tiene que llover para llenar decentemente lo que hoy son regatos, son vestigios sin esperanza de recuperación. Y eso que soy optimista. Pienso que tendrá que ser la UE, quien dictamine, quien tome medidas eficaces, quien impida estos desmanes. Hasta ahora no se ha visto el brillo de una solución adecuada para todos, especialmente para los afectados a los que han jo…robado la vida.

Otras administraciones han tomado medidas urgentes para ponerles las peras al cuarto a las Eléctricas que han osado hacer lo que la innombrable ha hecho con Zamora, la Zamora más querida, la rural, esta provincia que nos nutre de lo esencial para vivir, para respirar, aunque no tanto para sacar pecho si comprobamos la pérdida paulatina de población que ha sufrido esta tierra austera, sacrificada y también maravillosa que nos ofrece parajes aún no hollados por el pie del hombre.

Septiembre es mes de vendimia, ignoro hasta qué punto la fuerza de la lluvia será propicia tanto para la cosecha de uva como para el trabajo ímprobo que realizan los vendimiadores. Me gustaría que, alguna vez, lloviese a gusto de todos. Si la lluvia caída alivia la necesidad que de agua tenemos en la provincia, de verdad de la buena, bienvenida sea. Cabe esperar que también contribuya a extinguir los malos olores que últimamente se perciben en ciertas arterias urbanas.