Ya conocen el dicho popular: éramos pocos y parió la abuela. Traducido a la actualidad regional: por si no teníamos suficiente con la pandemia, Ricobayo, la despoblación, el envejecimiento, la escasez de servicios, la carestía de la luz con el invierno a la vuelta de la esquina, los bajos precios agrarios y ganaderos, etcétera, etcétera, ahora ya andamos enfrascados con un posible adelanto electoral. Los políticos, algunos, lo niegan en redondo. El presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, repite por activa, pasiva y perifrástica que su compromiso es acabar el mandato. Pero añade: “siempre que haya estabilidad parlamentaria”. ¿La hay? Como en el chiste del reloj, “tiene días”. Unas veces parece que sí; otras, no tanto; y otras, ya veremos. Y si le preguntan a Francisco Igea (Ciudadanos), vicepresidente del Ejecutivo regional y portavoz de Casi Todo, también niega el supuesto adelanto electoral, pero, al explicarlo con sus monótonos circunloquios, no queda nada claro; uno no sabe a qué carta quedarse. Y en esas estamos.

Casi sin esperarlo, se nos presenta un otoño caliente y políticamente divertido. ¡Quién nos lo iba a decir si aquí nunca pasa nada y si pasa, se le saluda o se le inaugura!

Y el caso es que la cosa parecía más o menos tranquila, sin ruido de sables en lontananza. Pero al PSOE, que tiene el mayor número de procuradores en las Cortes, se le ocurrió presentar una Proposición No de Ley (PNL) para pedir la retirada de la Reforma Sanitaria, Plan Aliste incluido, elaborada por la Consejería que dirige Verónica Casado, propuesta por Ciudadanos. La iniciativa, como tantas otras que presenta la oposición, parecía abocada al fracaso. En sus antecedentes, la PNL contiene una crítica durísima a la gestión de la Junta. Entre otras cosas, dice: “La Junta de Castilla y León lleva años abandonando y relegando la atención primaria a un segundo plano en cuestión de inversiones y de dotación de recursos”. Y añade: “Ha llegado a un punto en que la situación de la atención sanitaria en el medio rural es insostenible y la buena voluntad de regidores y de profesionales no puede compensar la falta de previsión de la Junta, mucho menos su mala gestión”. En otros párrafos se habla de “deterioro” de la sanidad rural, de “pueblos desesperados que protestan por el abandono al que están siendo condenados por la Junta ”, de “un verdadero fracaso para una sociedad avanzada como la nuestra”. Fuerte, ¿no?, muy fuerte. Pues van los procuradores populares y ¡¡¡apoyan!!! la PNL socialista. O sea, ¡¡¡respaldan!!! las acusaciones a la Junta, que lleva gobernando aquí desde el Diluvio Universal, con los presidentes Aznar, Posadas, Lucas, Herrera y, ahora, Mañueco. Y van los de Ciudadanos y, lejos de estar con su consejera, se ¡¡¡abstienen!!! Igea lo explicó con sus dotes filosóficas: “Era tal tontería que no merecía ni el voto en contra”. Ya ven.

Cabe preguntarse, no obstante, a qué llama “tontería” el señor vicepresidente. ¿A la PNL socialista?, ¿a la nueva postura del PP, explicitada por Mañueco?, ¿a su increíble abstención y falta de apoyo a Verónica Casado? Igea no lo aclaró. Ni en ese momento ni en ninguna de sus miles de declaraciones siguientes. En cambio, sí se extendió en asegurar que no pasaba nada, pelillos a la mar, errores de estrategia, el pacto funciona bien, esto se arregla enseguida, ya nos hemos puesto a trabajar… Y así hasta el infinito. ¿Y en qué se han puesto a trabajar? Nada más y nada menos que en confeccionar una nueva reforma sanitaria. Es decir, que la que defendían con vehemencia hasta hace un ratito ya no vale ni, como decía un amigo mío, para tacos de escopeta. El encargo se lo hizo Mañueco a Verónica Casado un día después del revolcón en las Cortes. Esperemos novedades.

Por lo pronto, la consejera de Sanidad va a reunirse mañana mismo con los nueve presidentes de Diputación para escuchar sus quejas, propuestas y sugerencias. ¿No se podía haber hecho antes?, ¿han tenido que esperar todos, TO-DOS, a verle las orejas al lobo para entender que la sanidad no puede ser foco permanente de conflictos? Y ese “verle las orejas al lobo” hay que entenderlo en las numerosas manifestaciones, protestas y demás que se han producido, y siguen produciéndose, en toda la geografía regional. Y eso es mucho desgaste. Y esos son muchos votos.

De modo que, casi sin esperarlo, se nos presenta un otoño caliente y políticamente divertido. ¡Quién nos lo iba a decir si aquí nunca pasa nada y si pasa, se le saluda o se le inaugura! Solo hay que pedir que, palabrería y estacazos dialécticos aparte, ese “nuevo” tiempo que se abre sirva para buscar soluciones reales a problemas reales y agudos. Y en esa búsqueda no sobra nadie. Únicamente sobran, y, por tanto, estorban, la demagogia, la hipocresía, los egoísmos, la cortedad de miras y no poner el bien común como meta indispensable de toda acción política. Es fácil de entender.