Es obvio que el coronavirus ha reducido hasta la mínima expresión la incidencia de otros virus respiratorios como el de la gripe. La de todos los años que dispara notablemente el número de afectados. El caso es que no le damos importancia pero también tiene su enjundia y su mortalidad. Pues bien, en la temporada pasada, 2020-2021, el Sistema de Vigilancia de la Gripe en España, del Instituto Carlos III, notifico únicamente 12 casos, frente a los 9.391 de la temporada anterior, 2019-2020, cuando el COVID todavía no se había convertido en una pandemia que a todos nos ha traído y nos trae por la calle de la Amargura. La pandemia que tantas vidas se ha cobrado. Un tributo en exceso caro.

Para la comunidad científica, que no descansa, todo tiene una lógica y una explicación. Por un lado, las medidas anti-COVID han cortado las cadenas de trasmisión de virus respiratorios. Por otro, es posible que la enorme potencia del SARS-CoV-2 haya desplazado a otros patógenos que causan enfermedad. En toda esta historia la mascarilla ha jugado un papel fundamental, como lo ha jugado la distancia social. De ahí la importancia de una y otra que debemos seguir utilizando y respetando. Bien es verdad que de la gripe común no se hizo el seguimiento debido al dedicar toda la atención a la detección del COVID lo que, posiblemente, posibilitó que muchos casos pasaran desapercibidos.

Siento ser portadora de malas noticias. Lo cierto es que, según un estudio publicado en la revista ”Vaccines”, la próxima epidemia de gripe común, que no lo es tanto, podría empezar antes y ser más grave y duradera. ¡Lo que nos faltaba! La gripe común ha estado siempre ahí, este último año solapada por el COVID. Ahora, celosa de su protagonismo, quiere volver por sus fueros. Los científicos temen que al no haber circulado a lo largo de la pandemia, la inmunidad colectiva se haya resentido. Esto es el cuento de nunca acabar. En cuanto nos confiamos un poco, salta la liebre. Y, en una de esas, ya se sabe.

La gripe es imprevisible y eso es lo único previsible. Además, hay que tener en cuenta la competencia biológica que ejercen unos virus sobre otros. El SARS ocupa el nicho de la gripe común de ahí la necesidad de alcanzar la necesaria inmunidad de rebaño porque, con el surgimiento de las nuevas variantes, es posible que tengamos coronavirus para rato. No nos vamos a librar tan fácilmente del bicho. Todo señala que este año se adelantará la vacunación de la gripe común al mes de octubre. Que sea lo que Dios quiera.