La ignorancia nunca puede ser eximente en un político en ejercicio, debido entre otras cosas a la cantidad de asesores que cobran buenos cuartos, a veces por meter la pata más que el propio político. En los últimos años, cuántos han dado muestras de la ignorancia supina que debería incapacitarles para el ejercicio de lo que se ha convertido en una profesión que algunos abrazan con más fervor que Santa Inés la palma del martirio. Ese afán por ser y estar en la grey política incluso resulta enfermizo.

No se puede pasar por alto la metedura de pata del Govern balear haciendo desaparecer de su callejero el nombre de tres almirantes del siglo XIX al considerarlos franquistas. ¡Joé con Franco! ¡Que poderío el suyo! Es pasado, presente y futuro. Y cuanto más revuelven, más presente está. Por cierto, algunos jóvenes empiezan a interesarse por su figura. Ya han hecho del ‘Cara al sol’ una melodía bailable en las discotecas de medio mundo.

Por fin, los almirantes Cervera, Churruca y Gravina dejan de ser franquistas tras situarlos de nuevo en su tiempo y lugar, lo que permitirá que el Ayuntamiento de Palma pueda mantener el nombre de los tres en su callejero, después de que la Comisión de Memoria Democrática del Govern balear los excluyera del Censo de Simbología Franquista. Un error, una confusión, lo escribo con ironía, que llevó a la coalición PSOE, Podemos y Més, que gobiernan el consistorio a confundir el nombre de los almirantes con los barcos destructores, obviamente franquistas, que llevaron sus nombres a lo largo del Siglo XX. De estas, todas las semanas, varias meteduras de pata.

Algunos no van a superar nunca el suspenso en historia que delata su ignorancia. Y es que de ignaros, de iletrados, en política, vamos bien servidos. No todos son como Amador Pérez Viñuela que es un libro abierto. A muchos ciudadanos les preocupa el problemón que causa a ciertas administraciones la simbología franquista que también pasa por los pantanos, ahora que nos han vaciado Ricobayo, ¡malhaya! Cabe preguntarse si hay que destruir los que proceden de la época y levantar otros nuevos o miramos hacia otro lado.

La confusión es tal, que se atribuye al periodo franquista lo que nada tiene que ver. Y en cuanto a los personajes históricos quiero afear la costumbre de meterlos a todos en el mismo saco. Lo grave es que el censo de marras costó al gobierno de la socialista, Francina Armengol, 14.980 euros, necesarios para asuntos cruciales y para más inri se encargó a un doctor novel que no tenía ni repajolera idea de nada para disgusto de los historiadores patrios.