Seguramente Islero sea el toro más famoso de la historia de la tauromaquia. El mérito le llega por haber sido el causante de la muerte de Manolete. Otra cosa es el nombre, que no le llegó porque naciera en una isla. Islero fue hijo de la vaca Islera y se llamó igual que todos sus hermanos. Esto es así porque los toros bravos cogen los nombres de sus madres. Si hay un Islero es porque hay una Islera. Si hay un Toledano (que los ha habido) es porque hay una Toledana y si hay un Boliviano (que también) es porque hay una Boliviana. 

Viene esto a cuento de lo de Gijón. Resulta que el otro día Morante de la Puebla estoqueó dos toros, uno de nombre Feminista y otro llamado Nigeriano. Que esto se haya transformado en polémica solo puede pasar en tiempos de Twitter. Uno lee por Internet y parece que Morante les puso el nombre a los toros unas horas antes de salir a la plaza para que quedase constancia de una supuesta lucha contra el feminismo y, al parecer, contra los nigerianos. Vuelvo a lo de antes. Había que suponer que el toro Feminista fuera hijo de una vaca del mismo nombre y que Nigeriano viniera de Nigeriana. Por cierto, el día anterior saltó al ruedo un Africano y un Chino se quedó en los corrales.  

Feminista y Nigeriana. Ambas vacas fueron adquiridas, aclaró ayer la Unión de Criadores de Toros de Lidia, por Daniel Ruiz en 1986. Desde entonces llevan pariendo “Feministas” y “Nigerianos” a lo largo de cuatro generaciones, ajenos a contextos sociales y políticos. 35 años que un “entendido” convirtió en ofensa en un tweet que se hizo viral. No cabe mayor sinsentido.

Cabe preguntarse por qué estos nombres son polémicos. ¿Acaso alguien en su sano juicio puede personificar al toro hasta el punto de pensar que Morante estoqueó a un feminista? ¿O a un nigeriano? Por cierto, no es raro que a Las Ventas salte de vez en cuando algún toro que se llame Madrileño, como algún Andaluz a la Maestranza. Menos mal que los que ven polémica en Feminista no van a los tendidos. Imagínate el jaleo. 

Solo puede entenderse la cuestión dando por supuesto que cualquier cosa que pase en el orbe taurino va a ser atacada con el objetivo de prohibir las corridas de toros. Ya pasó cuando hace unos meses se vio como aberrante que 1.000 personas fueran a una plaza cuando hay conciertos que reúnen a cuatro veces más gente. Los taurinos, que atacan la salud pública. De hecho, pocas horas ha tardado la alcaldesa de Gijón en decir que los toros se han acabado en la ciudad. “Se han sobrepasado varias líneas”, dice. La cuestión es de una ridiculez absoluta. El contrato con la empresa que gestiona la plaza, que es la misma que lo hace con el coso zamorano, se dejará caducar porque hace 35 años Daniel Ruiz compró una vaca, la llamó Feminista y su descendencia ha llegado hasta la época de los ofendidos profesionales de Twitter. Vaya tomadura de pelo.