En plena convulsión por el incremento de las tarifas eléctricas, expuestas como bien sabemos a la volatilidad de los mercados o, lo que es lo mismo, a la codicia de algunos, el desembalse de Ricobayo roza lo esperpéntico. El responsable del desatino tiene nombre. Se trata de Iberdrola, una empresa con sede social fuera de nuestra comunidad y que como era de esperar defiende a capa y espada el brutal vaciado.

Hace días su delegado en Castilla y León no tenía reparo en afirmar con el desparpajo propio de la prepotencia que Ricobayo “no se había vaciado”.

Lo dijo sin pestañear y a plena luz del día, sin que se le cayera la cara de vergüenza y ante un interlocutor probablemente atónito. Nos contaba, también, que la explotación de los embalses se realiza siguiendo los obligados condicionantes medioambientales y cómo en el caso de Ricobayo “se ejerce en los términos establecidos en la concesión”. Estas son dos de las lindezas que nos soltó el susodicho en la entrevista que le hacía LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA el pasado día catorce de agosto, cuando el nivel de las reservas del embalse ya estaba por debajo del 12 % de la capacidad total y el megavatio en máximos históricos.

No diré nada sobre el comentario respecto al vaciado, es tan evidente que su negación raya en la estupidez. Si hablaré, en cambio, de sus palabras sobre el compromiso de la compañía con estas tierras y de la legitimidad de su actuación.

San Pedro de la Nave, La Pueblica, Palacios, Losacino, Vide de Alba, Muga de Alba, Vegalatrave, Andavías, Montamarta, San Cebrián de Castro o San Vicente del Barco son algunos de los pueblos anegados total o parcialmente

¡Escuche, señor delegado! Tengo la certeza de que el comportamiento de la compañía a la que usted representa es absolutamente legal. No me cabe la más mínima duda, créame, pero teniendo en cuenta que ni siquiera tuvo la decencia de avisar del inminente vaciado a la totalidad de pueblos afectados convendrá conmigo en que las cosas pudieron hacerse mejor.

¡Dígame, señor delegado! ¿Acaso se han tenido en cuenta las pérdidas económicas de particulares y empresarios o los perjuicios medioambientales derivados del vaciado? Yo no lo sé. Dígamelo usted porque de no ser así, lo digo con todo el respeto, señor, estaríamos hablando de un comportamiento más propio de señores feudales que de quienes se supone deben liderar una empresa puntera. Por otra parte, si la respuesta fuese afirmativa, ¿a qué esperan para hacer públicas las correspondientes compensaciones y acabar de una vez por todas con cualquier tipo de especulación?

¡Disculpe el atrevimiento pero algo huele mal en este asunto, señor delegado! Según diferentes medios, el Gobierno de la nación podría abrir una investigación a la compañía por si hubiese alguna irregularidad a lo largo del proceso y desde la oposición se están pidiendo medidas urgentes que acaben con este tipo de abusos por más que tengan cobertura legal. La calle es un clamor de rechazo, señor delegado. La condena, unánime ¡ Hasta la ministra de la cosa, Teresa Ribera, no ha tenido inconveniente en tachar de escandaloso el vaciado de Ricobayo y habla, incluso, de aplicar limitaciones en su explotación!

San Pedro de la Nave, La Pueblica, Palacios, Losacino, Vide de Alba, Muga de Alba, Vegalatrave, Andavías, Montamarta, San Cebrián de Castro o San Vicente del Barco son algunos de los pueblos anegados total o parcialmente como consecuencia de la construcción de la presa allá por el primer tercio del siglo XX. La colosal expropiación afectó a unos 30 municipios. Anegó cañadas, lindes, pequeñas plazas que sabían de tamboriles y romances y obligó a muchos a cambiar de modos y costumbres lejos de sus lares. Miles de hectáreas quedaron sepultadas para siempre en aras del progreso bajo un embalse de lágrimas y todo, como usted bien sabe, a cambio de un par de monedas.

Sí, señor delegado. La generosidad de estas tierras está fuera de toda duda. Tal vez sus gentes se merezcan mayor respeto, ¿no cree?