“Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el espíritu de Dios se movía por encima de las aguas. Y dijo Dios: hágase la luz; y la luz se hizo. Y vio Dios que la luz era buena.” (Fragmento del Génesis).

Y los pueblos de Zamora estaban desolados y vacíos, y la despoblación amenazaba con llevarnos al abismo, y el espíritu del progreso empresarial se movía por encima de las aguas. Y dijo Iberdrola: hágase la luz; y nos vació el embalse. Y vio Iberdrola que la luz era buen negocio; y subió el recibo y nos dejó sin agua de beber. (Podría ser del apocalipsis)

Tras años de adorar al falso dios de la empresa con sede social en Torre Iberdrola -en el cielo de Bilbao donde emigraron los buenos- se hizo la luz: y vieron los zamoranos que en lugar del cielo del progreso, en el fondo del embalse no había más que desierto. Y se rebelaron contra Iberdrola.

No era el primer verano en que se vaciaba el embalse para dejarnos ver los puentes que quedaron bajo el agua, y que se celebraban como una estampa pintoresca digna de fotografiar: con cierta nostalgia por parte de los descendientes de los pueblos anegados, pero con orgullo de todos por tener en nuestra tierra una de las presas más grandes de la época.

Pero las cosas cambian, y este año la electricidad nos ha traído por fin la luz. Y ha ido más allá, generando chispas de rebelión que empezaron en la Diputación y han seguido saltando en toda Zamora.

Y de la misma manera que en la institución las aguas volvieron a su cauce tras las chispas de la división política, se corre el riesgo de que en nuestros pueblos se apague la chispa de la rebelión cuando al final del verano volvamos a invernar en el desierto demográfico sobre las aguas del embalse.

Porque también se corre el riesgo de que los árboles de Iberdrola no nos dejen ver el bosque de la energía, en el que Zamora se sigue jugando el futuro.

Los árboles de Iberdrola no nos dejan ver el bosque de la colonización actual de nuestra tierra, vaciada como el embalse de Ricobayo para implantar las nuevas energías renovables por las mismas empresas con distintos collares. En Sayago otra vez no, en los terrenos comunales de Sanabria y Carballeda, y en la campiña de Toro, la instalación de molinos gigantes, huertos solares y torretas eléctricas están amenazando a los habitantes que resisten trabajando en su pueblo. Como Iberdrola en su día, tienen el apoyo de la Junta y subvenciones de Europa para luchar contra el cambio climático y mantener el aire puro del planeta que contaminan en sitios como Madrid.

Y hablando de Madrid, los árboles de la bajada del IAE en la Diputación –que beneficiaba a las empresas de energía como Iberdrola y que impedimos los diputados de IU votando en contra- no nos dejan ver el bosque o más bien la selva fiscal en la que el grande se come al chico. La Comunidad de Madrid lleva años haciendo competencia desleal o “dumping” fiscal, bajando los tributos para que se instalen empresas ¿Y a quién perjudica? Desde luego no a esos contra los que despotrica la derecha cuando no pacta con ellos, al País Vasco por los fueros o a Cataluña por las negociaciones bilaterales. No; a quien perjudica es a comunidades y provincias que no podemos competir con nuestra escasa recaudación de tributos, y por ello nos callan diciendo que vivimos de la ayuda de las ricas. Y que llevamos solicitando bajadas fiscales para que se instalen empresas y no perder población, cuando las únicas que vienen nos echan porque ocupan nuestras tierras y aguas para la producción de energía sin compensaciones, o de animales en macrogranjas para transformar en alimentos fuera.

Finalmente, la subida de la luz en lugar de apagar los ánimos ha encendido una mecha de indignación y ha soltado chispas hasta en la patronal zamorana, que reivindica la intervención del gobierno para bajar el recibo tras años de aplaudir la libertad del mercado. Tampoco han dejado ver los recibos de la luz esa selva del mercado energético que liberalizó el presidente del PP Aznar en los años 90 reduciendo drásticamente la posibilidad de que el estado pueda fijar los precios; que años antes gravó el gobierno de Felipe González con el IVA, que el gobierno actual ha reducido pero que no ha servido más que para atenuar la brutal subida de la luz. Tan brutal como la bajada del nivel de agua de nuestro embalse.

Tan poca confianza tenemos en que las grandes empresas de energía vayan a colaborar en nuestra repoblación, que cada vez hay más ideas que se encienden como las bombillas en la cabeza: repoblar con militares en Monte la Reina; con teletrabajadores que vayan a Madrid en AVE; con viejos o “silver economy” atendidos telemáticamente; con inmigrantes extranjeros como dice Igea.

Hasta repoblar con proyecto arraigo o visitantes de fin de semana con casa en nuestros pueblos, que rechazaron en el equipo de gobierno de la Diputación cuando lo presentó IU y ahora defienden con ganas. Lo mismo que arremeten contra Iberdrola cual indignados izquierdistas trasnochados como nosotros.

Y es que en Zamora se van viendo las cosas más claras cuando nos suben la luz y sobre todo si nos dejan sin agua. Vaciados.