En cuanto a arqueología se refiere, podríamos decir que estamos bien servidos aquí en Zamora. La cuestión es saber si todos conocemos nuestro rico patrimonio. A la vista de lo que les voy a contar, rayando el pesimismo, me van a permitir la licencia de que les diga que no. En algunas ocasiones, quizás, no sean elementos arquitectónicos majestuosos, muy visibles o espectaculares, pero eso no quita que no puedan ser igualmente impresionantes o impresionables para el visitante. La cuestión es que existen unos restos arqueológicos muy misteriosos, cercanos al municipio de Mombuey, ahí donde hacen el mejor pan de la península, en un lugar conocido como la “Cama de los moros”. Para encontrar este singular paraje, en el entorno de Fresno de la Carballeda, durante el trayecto, atravesarán unos caminos con un paisaje sin igual, rodeado de vacas, toros y caballos salvajes, entre la Sierra de la Culebra y la Cabrera, apreciándose una estampa que bien podría haber sido sacada de una película de aventuras o de una serie al estilo de Perdidos.

Cuando allí se llega, la verdad que muy confortable no parece la cama, pero considerando que era para un descanso eterno, los usufructuarios parece que no le dieron tanta importancia al material empleado. Pero créanme, es digno de aventurarse, merece bastante la pena. A las cosas hay que darle el valor que se merecen, y como sucede en muchas ocasiones, lo bueno se hace de rogar, y esto, desde mi humilde opinión, sucede en innumerables ocasiones aquí en Zamora.

En el caso de Zamora, no se conoce con exactitud quienes fueron sus inquilinos, si un matrimonio o un par de eremitas, ya que, hay unas ruinas de una pequeña ermita muy cercanas a este lugar

Esta peculiar construcción granítica, tiene un origen desconocido, pero se cree que estas dos tumbas antropomorfas pudieran tener relación con un asentamiento visigodo que hubo en sus inmediaciones. Por lo que, se puede estimar que esta excavación con motivo funerario, se habría producido entre los siglos V y VIII d.C. La cuestión de llamarse “de los moros” era porque se usaba esta denominación para todo aquello que no fuera cristiano. Y parece que este tipo de construcción no fue la única creada. Se conoce que en el Valle de Amblés, en Ávila, concretamente en el municipio de Sotalbo, también existe una necrópolis constituida por dos sepulcros de similares características y forma. Es probable que se creara a modo de panteón familiar, asociándose a una memoria familiar. Incluso en Cáceres, también se encuentra en Perales del Puerto la “cama del moro”, otro resto arqueológico de similar singularidad a las ya comentadas. En el caso de Zamora, no se conoce con exactitud quienes fueron sus inquilinos, si un matrimonio o un par de eremitas, ya que, hay unas ruinas de una pequeña ermita muy cercanas a este lugar. Yo, si me permiten esta concesión, quiero pensar que fue un matrimonio que se amaba tanto como para querer esculpir en la piedra esa adoración que sentían el uno del otro, y lo quisieron reflejar por los siglos de los siglos.

De tal manera, si Teruel consiguió un gran reclamo turístico con sus amantes, por qué no podríamos nosotros hacer lo mismo con nuestros particulares amantes. Una interesante expedición que se podría completar con una visita a Mombuey, y adquirir ese pan tan maravilloso. Un reclamo que se podría enfocar no solo hacia el visitante autóctono, sino también a los foráneos e incluso extranjeros. Quizás, llamando a Iker Jiménez para que hiciera un programa especial sobre esta misteriosa tumba, ayudaría a tal objetivo. Ay no, perdón, que parece que ya no se dedica a estos menesteres. En cualquier caso, ejemplos como este, de restos arqueológicos olvidados, abundan en nuestro territorio, y en ocasiones, no hace falta mucha inversión para recuperarlos, sino simplemente más divulgación y promoción de estos lugares tan maravillosos que aquí se encuentran. Visitas como esta, a través de unos parajes tan maravillos, deberían ser motivo de orgullo para el pueblo zamorano, valorando como se merece el abundante tesoro arquitectónico que tenemos. Quiero pensar que de esta manera, muchas zonas que están siendo abandonadas o vaciadas, puedan tener otra oportunidad de recuperar la dignidad que se merecen.