Nos dijo el Gobierno que podíamos quitarnos la mascarilla y fuimos muchos los españoles en hacerlo. Bastó con que una vez me llamaran la atención y saber que la quinta ola se nos había echado encima, para que decidiera prescindir de cualquier cosa que no fuera la mascarilla. Tenemos mascarilla para rato. En el invierno nos vendrá muy bien. En verano es insufrible. Pero no queda otra si no queremos colaborar con las estadísticas que disparan los contagios por dos razones, prescindir de tal adminículo y no guardar la debida distancia social.

Desde el minuto uno, ¿por qué no les haríamos caso?, los expertos se opusieron frontalmente a la aprobación del real decreto que relajaba el uso de las mascarillas. Lo cierto es que desde el pasado 24 de junio fecha en la que el Consejo de Ministros aprobó la relajación del uso de las mascarillas, los casos de coronavirus se han disparado. ¡Y de qué forma! Zamora no es ajena a esa subida indeseada en los casos que, esta vez, afectan a los más jóvenes, pero que también aquejan a los mayores, aún con la pauta completa de vacunación.

Los expertos y especialmente los hosteleros, contra quienes primero se toman medidas, han dicho que nos hemos vuelto a cargar el verano. Parte de razón tienen. La irresponsabilidad de muchos y el patrocinio del Gobierno son una bomba de relojería en esta materia. También yo creo que la decisión tomada en el Consejo de Ministros fue precipitada. Un 50% de la población vacunada era insuficiente. Se tendría que haber esperado un poco, al 70 o el 80%. Desde la pandemia para acá, la prudencia ha dejado de ser una buena compañera de camino para gobernantes y gobernados. Se le ha dado de lado en tantas ocasiones que ya no queda nada de ella y así nos va.

Nos hicieron creer que las cosas estaban mejor de lo que en realidad estaban y la quinta ola se nos echó encima. Nada que Margarita del Val, no hubiera anunciado por activa y por pasiva. El Consejo de Ministros debiera estar más atento a las indicaciones de esta investigadora española, eficiente y eficaz, y que hasta ahora ha dado en el clavo en todas sus apreciaciones. La relajación de las medidas y las aglomeraciones típicas del estío han sido en buena parte culpables de la fuerte transmisión del virus que nos ha llevado a la situación actual. Y eso que estábamos avisados ni más ni menos que por el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades. Resultado de tal irresponsabilidad: familias enteras en cuarentena.