De pequeño, cuando residía en mi pueblo de nacimiento, Santovenia del Esla, una de mis ilusiones era ser pregonero. La afición llegaba por el señor Egidio, que recorría las calles del pueblo informando de tal o cual bando municipal, acontecimiento o noticia, con los sonidos de su corneta y, todo hay que decirlo, con los inconfundibles andares que dejaron en su cuerpo las heridas de una guerra civil que se sufrió en este país hace ya muchos años. Esos sueños no se cumplieron entonces pero sí se han visto consumados durante los últimos años: en 2016 fui el pregonero de la Semana Santa de Zamora en la ciudad de Salamanca, en 2018 volví a pregonar el mismo acontecimiento en El Club La Opinión-El Correo de Zamora y ayer, 31 de julio, tuve la inmensa fortuna de ser el pregonero de La Mayuela, la conocida asociación cultural de Bermillo de Sayago, a quien debería otorgarse una matrícula de honor por las actividades que realiza durante todo el año, aunque, de manera muy especial, en este mes de agosto que ahora se inicia.

El resultado final no solo dependerá de nuestros buenos deseos sino también de las circunstancias personales, familiares o sociales. Por eso construir el futuro siempre ha sido uno de los desafíos más importantes que todas las personas tenemos por delante

Cuatro breves historias y un pequeño deseo fueron los ingredientes del pregón que compartí con las personas que me acompañaron, consiguiendo que la tarde del último día del mes de julio quedase grabada para siempre en mi agenda personal. Agradezco de nuevo la compañía y las amables atenciones que me dispensaron. Este pregonero quedó muy satisfecho porque lo anunciado ayer, aunque no fuera nada nuevo ni espectacular, volvía a llamar la atención sobre la vida cotidiana de nuestros pueblos a través de tres personajes que, llegado el mes de agosto, regresan a los escenarios de muchas localidades de la provincia de Zamora y, por supuesto, de la comarca de Sayago. Sus nombres ya los conocen: Pasado, Presente y Futuro. ¿A que saben qué significa cada uno de ellos y lo que pueden contarnos? Pues de eso, más o menos, pregoné ayer: de cómo han cambiado la inmensa mayoría de nuestros pueblos, de las circunstancias que estamos viviendo en la actualidad y, por supuesto, del futuro que nos está esperando a la vuelta de la esquina.

Y el pequeño deseo que compartí ayer con los asistentes y ahora con ustedes se resume en cinco palabras: disfruten de la vida cotidiana. Pero háganlo, a ser posible, compartiendo con los demás las penas y las alegrías, las fiestas y los trabajos, los sueños y las equivocaciones, los saludos y las despedidas. Que no olviden nunca el pasado, que vivan con intensidad el presente y que sean valientes y no tengan miedo a construir ese futuro que soñamos. Un futuro que, recuérdenlo bien, debemos escribir y colorear todos los días. Sí, todos los días. Aunque tampoco olviden algo obvio: el resultado final puede ser uno u otro y no solo dependerá de nuestros buenos deseos sino también de las circunstancias personales, familiares o sociales. Por eso construir el futuro siempre ha sido uno de los desafíos más importantes que todas las personas tenemos por delante.

Hasta aquí lo que este pregonero quería contarles hoy. Ahora descansaré durante unas semanas. Nos volveremos a encontrar, si ustedes quieren, muy pronto. ¡Cuídense!