“Nosotros hacemos como que trabajamos, y ellos hacen como que nos pagan”, dice, en un momento determinado, cierto personaje de la novela “Limónov”, de la que es autor el escritor francés Emmanuel Carrère. En ese momento la acción se desarrolla en la Rusia anterior a la desaparición de la URSS, concretamente en Moscú. Carrère se caracteriza por escribir historias de no ficción. Con respecto a esta novela, afirma conocer a Limónov, personaje central en el que se inspira toda la historia a la que me refiero.

El libro que tengo en mis manos corresponde a la edición número 17, lo que viene a corroborar el éxito que ha llegado a alcanzar. No en vano es el autor de moda en el panorama francés. Alabado dentro y fuera de Francia por escritores, críticos y realizadores de cine, tiene en su poder numerosos premios, entre ellos el “Princesa de Asturias”. Y suyas son las siguientes palabras “El amor es mejor que cualquier cosa. Lo pienso yo, lo piensa usted y lo piensa San Pablo”. Bien es cierto que no sé dónde se habrá informado para saber cómo pensaba San Pablo.

Teniendo en cuenta lo dicho anteriormente, no me queda otra que admitir las indudables excelencias de este libro, pues, de no hacerlo así, caerían sobre mí las diez plagas de Egipto. En caso de pensar de otra manera no me atrevería a decirlo, ya que no me considero capacitado para ello.

Lo que sí puedo decir, sin temor a ser mal interpretado, es si me ha gustado o no. Si la historia me ha atraído. Si su manera de escribir me ha dado sensación de sublimidad, como dicen algunos críticos. Porque no dejarían de ser opiniones que no van a ninguna parte.

La histórica “Librería Semuret” (Antes “Librería Religiosa”, y antes aún “Jacinto González”), con más de 100 años de existencia, ha podido seguir adelante merced al esfuerzo de una joven emprendedora, cosa que llegó a ser noticia a nivel nacional.

Como no lo tengo nada claro, me ha dado por recordar quien fue quien me recomendó el libro, cuáles fueron sus razones para hacerlo, o su interés por que me enterara de la biografía (Más o menos) de un personaje interesante, apellidado Limónov, que, por cierto, falleció el año pasado. También puedo decir que el libro aporta muchos datos de la historia de Rusia, durante un largo periodo de cincuenta años, y eso siempre resulta interesante. Pero de eso, a osar recomendarlo media un gran trecho, porque, bajo mi punto de vista, para poder hacerlo debería haber leído unos cuantos miles de libros, cosa que no es mi caso.

No puede decirse que la lectura de un libro no haya podido influir en la elección de una profesión, en el descubrimiento de unas ideas o en el afianzamiento de una determinada filosofía de la vida. El hecho de que mediante la escritura puedan trasmitirse tantos conocimientos es un avance difícil de ser cuantificado y convenientemente valorado. Todo eso me lleva a pensar que lo de acertar en elegir un buen libro y que, además, llegue a gustar no es tarea fácil. Porque no consiste en ir a una gran superficie y elegir el que tenga un expositor más atractivo. Tampoco dejarse llevar por la publicidad que transmite la tele. Quizás merezca la pena acudir a un bibliotecario. En la mayoría de los casos, lo que mejor suele funcionar es escuchar las recomendaciones de un librero, de alguien que ama los libros, que se mueve entre ellos como pez en el agua, que busca cualquier ejemplar en cualquier parte, y que ha leído lo que no está escrito.

Pero los que ejercen esa profesión cada vez son menos. Los últimos cuatro años han cerrado muchas librerías, algunas centenarias, a razón de dos al día. Hay años que cierran casi mil, y solo abren sus puertas otras doscientas. Solo en Madrid, cierran el doble de librerías de las que abren cada año.

Como ejemplo a no tener en cuenta es el caso del barrio de Vallecas en Madrid. Con más de 700.000 habitantes, en opinión de los expertos solamente dispone de dos librerías que merezcan ser consideradas como tales. El hecho de la falta de colaboración de algunos ayuntamientos (El de Madrid en los últimos años excluyó del concurso a las librerías, llamémoslas convencionales, por importe de cuatro millones de euros, al haber considerado que no cumplían con los criterios de solvencia económica) no ayuda demasiado.

La mayor competencia de los libreros son los minoristas en línea, los supermercados y los libros electrónicos. Existe una plataforma que aúna el comercio electrónico y la venta on line que le está plantando cara al gigante Amazon, y dispone de más de cuatro millones de referencias.

Aquí, en Zamora, afortunadamente, hemos podido ver como la histórica “Librería Semuret” (Antes “Librería Religiosa”, y antes aún “Jacinto González”), con más de 100 años de existencia, ha podido seguir adelante merced al esfuerzo de una joven emprendedora, cosa que llegó a ser noticia a nivel nacional.

Algunos son de la opinión que se trata de una batalla perdida frente a la tecnología. Pero otros pensamos que, mientras tengamos la suerte de que sigan existiendo los libreros, más nos vale seguir aprovechándonos de su know how, surtirnos de sus conocimientos, y disfrutar de sus consejos, y así colaborar a que sigan existiendo.