Lamentablemente, las drogas siguen siendo armas de destrucción masiva y un negocio con más producción y más clientela que nunca. Detrás del problema de consumo, parece mentira a estas alturas y con todo lo que se sabe, hay una lucha policial y judicial incansable y valiente, compleja también porque el negocio va viento en popa y a toda vela. “La droga gobierna el mundo” en palabras del escritor estadounidense Don Winslow, autor de la Trilogía del Cartel. No lo echemos en saco roto porque es así.

España es ya centro de atención permanente al haberse convertido en la puerta de entrada a Europa de todo tipo de sustancias con niveles de consumo terribles, ya que ocupa el cuarto puesto en el ranking de ingesta de cannabis y de cocaína. Algeciras, Valencia y Barcelona en el Mediterráneo y Galicia en el Atlántico son las áreas preferentes de concentración del tráfico de drogas por su relación especial con América Latina y su cercanía al continente africano.

Gracias a Proyecto Hombre que recién ha presentado el “Informe 2020 del Observatorio de Proyecto Hombre” podemos conocer las tendencias, desde 2013, en este ámbito. En dicho informe podemos comprobar que, lejos de descender, el problema de la drogadicción en España se ha incrementado. Prueba de ello es que cada año aumenta el número de personas que acuden a esta institución sin ánimo de lucro. Gracias a su informe anual hemos podido saber que la cocaína es en la actualidad “la reina de todas las sustancias adictivas”, seguida del alcohol, por cierto, una droga socialmente admitida y legalizada. El varón que acude a pedir tratamiento tiene una media de 38 años, con trabajo y vida sociofamiliar estable. La mujer es quien se refugia en la bebida. Y, cada vez, hay más mujeres alcohólicas. Se empieza por la cerveza y se acaba como se acaba.

A pesar de las costosas campañas financiadas por el Plan Nacional sobre Drogas, la edad de inicio cada vez es más temprana, sobre todo en alcohol (16,1 años) seguido del cannabis o marihuana a los 16,8, las benzodiacepinas y la metadona que abarcan de los 23 a los 26,5 años. Es incomprensible, conociendo como conocemos tantas y tantas vidas destruidas por la droga, que todavía haya personas que caigan en su tupida maraña. Malditos sean todos los narcotraficantes, camellos, mulas y toda esa fauna que se mueve en torno a las drogas. Empiezan por un porro y una cerveza, como reconocen tantos, a edades bien tempranas, y acaban en la alienación más absoluta por una o ambas sustancias que son, no cabe duda, refugio indeseado para miles de personas.