A muchos de los alistanos nos sonarán los nombres de Martín, Isaac, Alfonso, Ramiro, Sergio, Claudia, Charo, Alberto, José, … y de cada uno de ellos recordamos el instante que nos enteramos de que se habían dejado la vida en esa infernal carretera, ese momento que colgaba una lagrima de impotencia, que maldecía a todos los gobiernos que abandonaron el noroeste de la provincia zamorana al desánimo de esquivar miles de camiones y peligros constantes a lo largo de un centenar de desdichados kilómetros.

Puede ser que el destino para todas esas personas fuera caprichoso, pero más caprichoso es que los intereses políticos primen sobre la seguridad de las personas. A penas existen territorios en la geografía española tan abandonados como la raya con Portugal y no critico a ningún gobierno en especial, sino reivindico un derecho justo, necesario y legítimo para la provincia zamorana y para los castellano-leoneses. La despoblación que tantas portadas ocupa, no solo depende de atraer personas, sino de evitar que desaparezcan de repente muchas que han decidido quedarse a vivir, y lo hagan de una forma injusta y cruel.

Aliste y Alba siempre hemos sido las comarcas olvidadas, sea en reparto de fondos, con las telecomunicaciones, o bien grandes infraestructuras. Pero lamentablemente, hay un comentario que dice: “de hacer mal, hacerlo a quien menos se queje, o menos recursos para hacerlo tenga”. Somos gente honesta, humilde que no debemos nada a nadie, pero ha llegado el momento de reivindicar un derecho histórico, no estamos pidiendo que se saque de la cárcel a delincuentes, no estamos pidiendo que se nos de la independencia, no estamos pidiendo una hacienda propia, estamos pidiendo algo que, comparablemente, es una pequeña inversión que evite dejar de perder a nuestros vecinos sangrientamente.

Por primera vez, en una mesa nos hemos sentado todos los alcaldes, asociaciones, vecinos y políticos para aunar fuerzas, por primera vez se ve un vínculo de unidad que debemos mantener para obtener resultados. No importan los colores a la hora de lanzar un grito de ayuda al respecto y, personalmente, tengo la esperanza de que, por primera vez, seamos escuchados para poner una pronta solución a un problema que ha durado demasiados años. Portugal y Francia ya cumplieron con su parte del trato, es hora de dejar de pasar vergüenza y cometer lo prometido.

Sé que sonará cruel, pero son muchas las veces a la semana que atravieso la condenada Nacional, y muchas las veces se pasa por la cabeza el imaginar qué punto kilométrico será el que termine siendo el altar de mis flores, espero que, tanto para mí como para mis vecinos, quede en una mera imaginación.

Santi Moral (alcalde de Rabanales)