La cesta de la compra se está poniendo imposible. Casi tanto como el recibo de la luz. Una, la cesta en cuestión, y la otra, la luz que nos alumbra, son las directamente culpables de mantener la inflación de junio en el 2,7%, su mayor tasa en cuatro años. Así no podemos seguir. Nos están poniendo las cosas, precisamente las más necesarias, cuesta arriba. En lugar de ejercer de dietista sobre lo que debemos o no debemos comer, el ministro de Consumo, debería hacer lo indecible para que la cesta de la compra se abaratara. Nos han puesto todo, hasta el pan nuestro de cada día, por las nubes. Servidora ya ni come pan. Así evito los ‘barquitos’ en las salsas y los michelines a la altura de la cadera. Pero no es así la cosa.

El Índice de Precios al Consumo está imposible. El repunte del pasado mes ha sido descomunal, permitiendo que el IPC anual encadenara su sexta tasa positiva consecutiva, lo que ha dado origen a que la inflación se haya situado en niveles desconocidos desde hace cuatro años. Es vergonzoso que nos digan una cosa cara a la galería y por detrás actúen de esa forma, permitiendo que los ciudadanos españoles paguemos el recibo de la luz más caro de toda la Europa común y que los alimentos hayan encarecido tanto que hay que decantarse por la oferta y por la carne de bandeja del súper contra la que el ministro echa pestes.

Sólo la factura de la luz que nos prometían abaratar a lo bestia para acabar con las desigualdades y otras cuestiones, cerró el mes de junio un 103% más cara que el resto del año. Como la cosa siga así y en base al hartazgo de la población, me veo como los cubanos, saliendo a la calle en procesión, y no precisamente religiosa, clamando por unos precios acordes a los sueldos que no son nada del otro mundo. Los más bajos de Europa. Para ello no hay que fijarse en Rumanía, hay que hacerlo, fijándose en Alemania, Francia o los Países Bajos. Claro que siempre nos quedará Australia para volver a empezar.

Los alimentos y las bebidas no alcohólicas han tirado lo suyo de la inflación, un comportamiento en el que destaca el encarecimiento de aceites y grasas que se han puesto prohibitivos, carne, leche, queso y huevos. En sentido contrario a la línea ascendente hay que hablar de las frutas y las legumbres y hortalizas, que se han abaratado más que en junio de 2020. Habrá que volver por fuerza a la cuchara o seguir haciendo ingeniería financiera doméstica.