Aunque en la entrevista concedida a Pedro Piqueras, el presidente Sánchez evitó considerar a Cuba como una dictadura, por lo menos sí reconoció que Cuba no es una democracia. Menos es nada. Hasta ahora la izquierda española ha evitado pronunciarse, como también ocurre con Venezuela. Ha tenido que ser el pueblo cubano el que ponga los puntos sobre la íes de la cruda realidad que viven, carente de todo. El pueblo cubano tiene hambre, el pueblo cubano necesita medicinas, el pueblo cubano clama, sobre todo, por la libertad. Están indefensos, con las manos atadas, amordazados y se han echado a la calle de forma espontánea para poner en jaque al castrismo, más preocupado, más temeroso que nunca.

Y, mientras los cubanos protestan en masa, el presidente Díaz-Canel, heredero directo de Fidel y Raúl, ordena reprimir las masivas protestas sociales, inéditas desde los años 90, que revelan un hartazgo agravado por la pandemia. El pueblo cubano necesita vacunas contra el Covid, pero sobre todo necesita vacunas contra la dictadura. Más de 120 personas, periodistas y activistas en su mayoría, han desaparecido a lo largo de estos días en los que el aparato de la dictadura se ha empleado a fondo contra los manifestantes. Heridos, desaparecidos y un muerto cuando esto escribo.

El régimen creyó controlar lo que parece incontrolable. El régimen tiene abandonado al pueblo. El régimen no gasta en pan ni en medicinas, el régimen gasta en Inteligencia, en armas, en ejército represor. A pesar de sus inversiones millonarias en Inteligencia, el régimen no sospechó, no creyó, no tenía ni idea de lo que está ocurriendo y que contemplan con inquietud y una bárbara represión.

Nada de gritar el consabido “Patria o muerte” de Fidel, los cubanos quieren “Patria y vida”, sentirse y ser libres. Y no que la única Cuba libre que se conoce es la de ese bebedizo de ron o ginebra y bebida de cola, tan habitual. Los cubanos, mal que le pese a cierta izquierda patria, están mostrando, de la manera más elocuente, el hartazgo que les produce la asfixia económica y el control Político del Partido Comunista que es, como la historia ha demostrado, un fracaso. Esta vez, la mecha se encendió en San Antonio de los Baños, una localidad de cincuenta mil habitantes, lo demás, nos lo cuenta la prensa todos los días.

Los siempre dóciles cubanos han dicho, ¡basta! y cabreados corean lemas como “·abajo la dictadura”, que la izquierda española no quiere reconocer, enfrentándose a las fuerzas de seguridad. Es el pueblo el que ha salido a la calle y no un puñado de opositores instrumentalizados como el régimen quiere vender.