Alan Moore afirmaba en su V de Vendetta, que los artistas mienten, para decir la verdad mientras los políticos mienten para ocultarla.

A principios del siglo XX, Ball y Hennings fundaron en Zurich en el piso superior de un teatro, en un local de apenas diez metros cuadrados, el Cabaret Voltaire, con el propósito de crear allí un arte nuevo, anárquico, sin reglas, ni signos de puntuación, vanguardista, burlesco, provocador y experimental, contrario a todo lo conocido, con materiales insólitos, al que denominaron Dadaísmo. Ese fue el germen del Surrealismo.

Venían a comerse al mundo, ya no se buscaba la belleza, ni la perfección, así nacía el antiarte. Cualquier cosa por absurda que pareciera, podía ser considerada arte.

Uno de los manifiestos dadaístas más conocido se debe al escritor Tristan Tzara, que recopiló siete manifiestos dadá y lo tituló “Dadá manifiesto sobre el amor débil y el amor amargo”, donde sienta las bases de una nueva forma de creación que no depende de la inspiración del artista, sino de la unión de elementos dispersos, y lo explicaba de la manera siguiente:

“Coja un periódico / Coja unas tijeras/ Escoja en el periódico un artículo de la longitud que quiera darle a su poema / Recorte enseguida con cuidado cada una de las palabras que forman el artículo y métalas en una bolsa/ Agítela suavemente / Ahora saque cada recorte uno tras otro/ Copie concienzudamente / en el orden en que hayan salido de la bolsa/ El poema se parecerá a usted / Y es usted un escritor original y de una sensibilidad / hechizante, aunque incomprendido por el vulgo”.

Tzara afirmó que dadá no significaba nada, pues “dadá es o todo o nada”. No obstante, ya en 1916 los dadaístas habían ojeado el diccionario y elegido al azar 2 palabras que empezaran con da, pues lo importante se centraba en resaltar el estado de ánimo, como el primer sonido de un niño que dice papá, como algo nuevo que parte desde cero.

La mayoría de todos estos paniaguados que nos dan normas y quieren controlarnos, han metido palabras en una bolsa, las van sacando y forman frases rimbombantes que, dependiendo del día, significan una cosa y al instante siguiente otra

¿Parece absurdo verdad? sin embargo, tuvo numerosos cultivadores en todos los órdenes artísticos, en literatura, pintura, escultura, fotomontajes, fotocollages, también en las artes escénicas.

Una de las obras más interesantes de este movimiento se debe al artista, Raoul Hausmann, quien en 1919 realizó su Cabeza mecánica (Espíritu de nuestro tiempo), que se conserva en el Museo Pompidou de París, símbolo de una nueva conciencia crítica y de un nuevo planteamiento visual y plástico.

Se trata de una cabeza de madera en la que se han insertado, por todos los lados, cosas muy diversas, un trozo de metro de sastre, un engranaje, un cartón amarillento con el número 22, parte de una cartera de piel de cocodrilo y en la parte de arriba, en el centro un cubilete de latón en el que se cincelado un pequeño corazón.

Esta cabeza vacía llena de objetos absurdos provoca, según los entendidos, una sensación de soledad, y desconcierto en el ser humano, que se ve reducido a la norma y al control de su destino por parte de otros. A eso lo llamaron progreso. Por eso Hausmann quiso avisarnos con dicha obra, para que viésemos a través del espejismo lo que nos esperaba, la realidad más terrible.

Y un siglo después, aquí estamos asistiendo a la profecía dadá, que significa todo y nada, cada cual puede interpretar como quiera las normas, las leyes, la Constitución que entre todos los españoles se aceptó, para que fuera posible el progreso y la convivencia pacífica de los ciudadanos del estado.

Hay ya muchos “cabezas vacías”, de mirada hechizante que, con la ayuda de una verborrea contradictoria, dependiendo en la etapa que se encuentren de su carrera política, de unas tijeras y unos trozos de libros o periódico montan con el corta y pega de sus discursos, en los que tan pronto defienden una idea como la contraria, basándolo todo en una prepotencia anárquica, para saltarse las reglas, y para que nadie los entienda.

“No pactaremos”, “Salario para todos los ciudadanos”, “Mascarillas fuera”, “No nos uniremos con estos o con los otros” y mienten continuamente como ratas de alcantarilla, como si con ellos no fueran los problemas que se nos presentan al resto de los ciudadanos, sólo para seguir gobernando el país como si fuera si propio corralito.

La realidad terrible se ha vuelto a mostrar. La mayoría de todos estos paniaguados que nos dan normas y quieren controlarnos, han metido palabras en una bolsa, las van sacando y forman frases rimbombantes que, dependiendo del día, significan una cosa y al instante siguiente otra, un sin sentido, y todo para vendernos humo, la nada, la anti política, el dadá.

Se han especializado en montar criaderos de cabezas vacías, donde no cabe ninguna conciencia crítica, porque así nadie podrá oponerse a nada.

Son expertos en crear contradicciones, angustia, tergiversación y confrontación y, a eso ellos lo llaman progreso.

Desengañémonos, este es el verdadero espíritu, que se está imponiendo en nuestro tiempo, el arte de hacer anti política, el da-dá.

Vayan preparando los papeles y las tijeras, cualquiera puede dedicarse a ello, así no se morirán de hambre.