Unos años más tarde de la puesta en marcha de la Fundación San José (Universidad Laboral), y viendo que sería bueno para muchos alumnos externos, se implantó en el Centro la enseñanza de Comercio. El impulsor es esta especialidad fue el propio Administrador, el Padre Polo y como profesores (contabilidad, máquinas, etc) empezaron los clérigos Vicente y Olegario.

La implantación de esta especialidad en Zamora fue todo un éxito, pues con pocos años de estudio los alumnos de la Universidad Laboral acapararían el noventa por ciento de las contabilidades de las empresas de Zamora. Grandes y pequeñas. Estuvieron también presentes como buenos profesionales, en la banca y en las administraciones públicas.

Años mas tarde, (yo ya no estaba en Zamora), se creó en la Universidad Laboral la Escuela de Peritos Industriales, pero sin reconocimiento oficial y los alumnos tenían que examinarse fuera de Zamora (en Béjar, Salamanca), y en alguna ocasión se desplazaba el Tribunal a Zamora. Estos peritos tuvieron grandes oportunidades de colocación por su buena preparación y después, en el año 1985 pasaron al Campus Viriato, formando parte de la Universidad de Salamanca. La nueva denominación y titulación fue Ingenieros Técnicos.

Otro recuerdo de los primeros años de la comunidad salesiana en Zamora fue el primer salesiano que falleció. Fue el coadjutor José Luis Menéndez. Tenía 32 años. Era un salesiano muy querido por todos. Fue asistente de la clase de Segunda B. A raíz de este primer fallecimiento de un salesiano en Zamora, la Comunidad compró un espacio de terreno en el Cementerio Municipal, y el Padre Polo encargó el dibujo o proyecto de un panteón digno a mi buen amigo Nemesio San José. Fue un regalo que Nemesio le hizo a la Comunidad Salesiana. Ahí está en el centro del cementerio y destaca por una gran cruz de diseño muy original. El segundo salesiano que falleció y que fue enterrado en Zamora fue el padre Carlos Vázquez de Aldana. Murió de repente en la tarde del 10 de abril del año 1959. La misa del 1 de mayo, fiesta de la Universidad Laboral (San José Obrero), se convirtió en la misa de funeral por D. Carlos, que fue profesor y tutor de nuestro curso (los mayores) y era de Salamanca. Pieza clave de la Universidad Laboral fue la labor de las Madres Claras. Pensando que los alumnos internos eran unos 500, procedentes de toda España, más la Comunidad Salesiana, había que programar el lavado y cosido todas las semanas.

Esta tarea se le encomendó a las Madres Claras, que procedían de su viejo monasterio de la calle Santa Clara.

Por los cursos 1986 y 1987, todo cambió, cuando ya no hay casi alumnos internos y los pocos que quedan son de pueblos cerca de Zamora y los fines de semana se van a sus casas. A partir de ese momento, se suprime el capítulo de gastos de lavandería de la Universidad Laboral.

Para las madres claras fue un momento muy difícil. Y ahora, ¿de qué viven? De su trabajo. Tienen la mejor lavandería de Zamora y dan servicio a hoteles, restaurantes, hospitales y confeccionan ropa para las Iglesias, etc. Bordan con manos de ángeles pero son monjas.

Yo de las madres claras solo puedo hablar bondades y tengo muy buenos recuerdos. El último que se me viene a la memoria fue cuando los antiguos alumnos salesianos hicimos la estatua a Don Bosco

Yo, con la que más trataba, por motivo del cargo era con Sor Purificación, Sor María del Sagrario y en especial con la Madre Superiora, la Madre María Luisa.

Yo de las madres claras solo puedo hablar bondades y tengo muy buenos recuerdos. El último que se me viene a la memoria fue cuando los antiguos alumnos salesianos hicimos la estatua a Don Bosco. La junta directiva fuimos a visitar a las madres claras pidiendo ayuda económica para el proyecto de dicha estatua. Nos mandaron volver a los tres días. La ayuda fue muy generosa. La propia madre Abadesa nos recibió y nos entregó 300 euros que parecía los habían estado fabricando para nosotros esa noche de los nuevos que estaban. ¡Con el trabajo que les costaría ahorrar esos 300 euros!

Las madres claras, eran y son muy agradecidas cuando reciben, y generosas a manos llenas cuando dan.

Por último, y como relato histórico, y en recuerdo de la Madre María Luisa, voy a contar a mis lectores la invitación que la Madre me hizo cuando yo regresé a Zamora en el año 1980 procedente de la Universidad Laboral de Eibar.

Me llama por teléfono una mañana y me dice que me quiere enseñar el Monasterio. Aunque es clausura, la Madre tenía autoridad para enseñármelo anunciando mi visita con una campanita a nuestro paso.

El Monasterio, en su conjunto, es grandioso. De piedra bien labrada como le gustaba decir a Santa Teresa de sus palomarcicos. Las celdas de las monjas las estaban convirtiendo en dormitorios normales. La huerta, grande, muy grande. Muchas flores. En especial rosas de todos los colores. La lavandería me llamó la atención por lo grande y lo aplicadas que estaban las monjas en su trabajo. Lo último que la Madre me enseñó fue el panteón o cementerio donde descansan los cuerpos de las hermanas difuntas con sus datos personales. Pero lo que más me impresionó, y no fue poco, fue un Cristo Yacente de tamaño natural que tienen bajando las escaleras al Panteón sin apenas luz. No tuve mas remedio que decirle a la Madre en plan cariñoso: “Madre, esto se avisa”. Ella, se reía. Para terminar esta segunda parte, quiero contar que, entre los años 2011 y 2016, que me vine a Castellón, yo formaba parte de un grupo de personas que todas las tardes a las siete, nos reuníamos en la iglesia de las Madres Claras y con las monjas participábamos del Culto de las completas. Éramos como una familia. Eso sí, un poco grande. Las monjas eran 21. Felices recuerdos.

Desde Castellón de la Plana, un afectuoso saludo a todos mis paisanos y feliz verano.