Envejecer no es una opción, pero sí es algo individual y diferente. Es cierto que la época de la historia en la que se ha vivido, el lugar, la cultura, la forma, el sexo y la compañía son unos parámetros que condicionan el envejecimiento personal. Jubilarse en el mundo rural nada tiene que ver con el mundo urbano. Muchos de los jubilados que viven en el mundo rural, porque nunca lo abandonaron, no han roto de forma total con la actividad que desarrollaron durante su vida activa, pero tampoco lo desean: ha sido su medio de vida. El modelo de envejecimiento rural es diferente al urbano, atendiendo a que la mayoría de los mayores han quedado solos porque todos sus hijos han participado del éxodo rural, transformando las estructuras familiares sociales de nuestros pueblos.

Una de las grandes aspiraciones para la mayoría de los españoles es la posibilidad de cobrar una pensión con la que satisfacer sus necesidades financieras, después de haber cumplido religiosamente con los años de cotización obligatorios que estipula la Seguridad Social, suponiendo un gran alivio y satisfacción para muchos trabajadores. Todos ellos se preguntaron, y los que estamos en activo en la actualidad nos lo preguntamos ahora, si cuando llegue a la edad dorada se podrá llevar la vida a que se aspira. La respuesta nunca fue fácil (ahora tampoco) porque influyen multitud de factores. La procedencia de los ingresos de los mayores rurales se observa que el 75% de sus rentas provienen de la pensión de jubilación.

Nuestro sistema de pensiones se apoya sobre cinco pilares básicos: reparto (las cotizaciones de los trabajadores en activo financian las prestaciones actuales), proporcionalidad (el importe de las prestaciones es directamente proporcional a las cantidades aportadas al sistema público y al periodo de cotización efectuado durante la actividad), universalidad (aunque no se haya contribuido, se puede acceder a prestaciones no contributivas con el fin de cubrir las prestaciones más básicas), gestión pública y suficiencia de prestaciones. Para que el sistema sea sostenible es necesario que haya más trabajadores en activo que número de pensionistas. Cuando se implantó, la esperanza de vida iba poco más allá de los 70 años y estaba pensado para sociedades industriales con bajo índice de desempleo. Si las cosas han cambiado sustancialmente a nivel nacional, a nivel rural el desfase es extremo: cada vez se vive más y mejor y cada vez hay menos trabajadores en activo.

La falta de sectores productivos de creación de empleo y riqueza hace que las generaciones más jóvenes, los pocos que van quedando, abandonen el mundo rural para buscar un futuro más próspero en las ciudades

Las zonas rurales españolas han llegado al límite de su existencia en lo que a términos económicos y poblacionales se refiere. La falta de actividad laboral provoca que las empresas no sean capaces de generar riqueza debido al propio ciclo lógico de consumo comercial, que ha sido transformado por el envejecimiento de la población dirigiendo el consumo hacia bienes de carácter básico sin prácticamente aporte de valor provocando una carencia de inversiones. De siempre, como bien dicen los norteamericanos, no es igual el trabajo de cuello blanco que el de cuello azul. El trabajo manual siempre ha estado desprestigiado llegándose a pensar, incluso en la actualidad, que la profesionalidad debe de venir por la vía tecnológica y no por la artesanal.

Si las prestaciones de la Seguridad Social, llámese pensión de jubilación o cualquier otro tipo de asistencia, se tratase de un sistema local, serían totalmente insostenibles en términos de ingresos por cotizaciones de los trabajadores en activo contra el gasto que implican las prestaciones sociales. Según los registros por provincias de afiliación a la Seguridad Social y el número de pensionistas, el sistema de reparto sería ya insostenible debido a que la tasa de dependencia de las pensiones se encuentra por debajo de dos afiliados por pensionista, siendo a nivel nacional de más de dos trabajadores por pensionista. Así, en la provincia de Zamora, por ejemplo, menos de un afiliado se encarga de pagar una pensión, siendo inviable desde un sistema local. Si el sistema de pensiones estuviese transferido en su totalidad a las autonomías, como ocurre con algunas prestaciones de bienestar, con sus recursos y gastos, al menos doce tendrían un déficit en sus cuentas, siendo severo en cinco de ellas. El conjunto de las diecinueve provincias menos pobladas solo es capaz de financiar la mitad del coste de sus pensiones. Una vez más, Zamora se encuentra en la cola sufragando poco más de un 46% del gasto en pensiones con sus propios ingresos por cotizaciones de sus activos. La solidaridad del sistema de pensiones español provoca que los ingresos que recibe la Administración de las cotizaciones de las personas que están en activo se redistribuyan para dar cobertura a todos los jubilados, independientemente de la provincia donde se encuentren.

También hay que decir que parte de los jubilados que pueblan la España vacía, en el pasado, cuando estaban en activo, lo hicieron en la España urbana para después irse a sus pueblos natales a disfrutar de su época dorada donde se encuentran todavía parte de sus raíces. Muchos mayores vuelven a los pueblos buscando una forma de vida diferente a la de la ciudad provocando, a su vez, el aumento de los indicadores de envejecimiento en el medio rural más acusado que la media del país.

La prestación media por jubilación en las regiones menos habitadas es un cinco por ciento inferior a la media nacional. Porcentaje que aumenta a más del doble al comparar la media entre el mundo rural y las zonas urbanas. Esto tiene mucho que ver con las bases de cotización empleadas en la época de actividad, siendo las del Régimen Especial Agrario inferiores al resto de los sectores económicos. La actividad económica en el ámbito rural hace difícil encontrar históricos laborales de 35 años cotizando de forma constante; de igual manera, también es difícil encontrar autónomos que hayan aumentado su base de cotización pensando en que su empresa pueda sufragar a varios empleados y, al mismo tiempo, una cuota máxima para el dueño.

El caso es que la falta de sectores productivos de creación de empleo y riqueza hace que las generaciones más jóvenes, los pocos que van quedando, abandonen el mundo rural para buscar un futuro más próspero en las ciudades, donde encontrar un empleo es mucho más fácil sin la necesidad de ser emprendedor, que también.

(*) Gestor de Activos y Trader

Independiente

@ToGarMos