En marzo de 2018, el general de brigada Juan Manuel Broncano Mateos, asumía el cargo de general jefe del Mando de Ingenieros del Ejército de Tierra y comandante militar de Salamanca y Zamora. Han sido tres años duros, difíciles, diferentes, a causa de la pandemia, que no han impedido al general Broncano Mateos dejar su impronta y llevar a cabo una de las misiones más importantes de su dilatada trayectoria militar, la Operación Balmis de apoyo a la población cuando las medidas de confinamiento eran más exigentes.

En este tiempo el jefe del Mando de Ingenieros, hombre polifacético, humano, docto e infatigable, adjetivos que, junto a otros muchos, desfilan por sus perfiles narrativos ha sido un modelo de vocación, ejemplo de trabajo incansable y productivo, eficiente y eficaz, coronado todo ello por su capacidad motivadora. Un hombre, un militar vocacional que ha huido siempre de la mediocridad, buscando la excelencia a base de constancia, disciplina, espíritu de sacrificio, abnegación, actitud ganadora y pasión por un trabajo bien hecho. En un acto castrense, brillante, emotivo, especial, como todo lo que organiza el Ejército de Tierra, este martes 29 de junio, festividad de San Pedro y San Pablo, el jefe del Mando de Ingenieros cierra una importante etapa de su vida para, en breve, abrir otra que le lleva directamente a la capital de España. Destino que afronta con la misma sensibilidad, con la misma capacidad, con el mismo espíritu que le convirtió en Jefe de Compañía en Salamanca, en jefe del Batallón Caminos en Salamanca y en general del Mando de Ingenieros. Desde Afganistán, como Jefe de Batallón, a Bosnia como Jefe de Equipo de Desactivación.

Para mí ha sido un verdadero honor haber conocido a Juan Manuel Broncano, haberme impregnado de todo lo que me ha transmitido a lo largo de este tiempo que se me antoja corto. De sentir la fuerza de los valores que comunica a cada paso, a través de sus palabras y de sus hechos. De su espíritu de servicio. De su curiosidad insaciable, de su sencillez, de su lealtad, de su cercanía que tanto valoro. Sé que deja una profunda huella dentro y fuera del Cuartel Arroquia. Que a los hombres y mujeres junto a los que ha servido a la patria como pilar fundamental en seguridad y defensa, los ha tratado como a iguales, como a verdaderos hijos.

Mi general, no le digo adiós, tan sólo un ‘hasta luego’. Mi abrazo, que tiene calor de manta zamorana, lo hago extensivo a Begoña, su encantadora esposa. Gracias por todo lo que viniendo de vuecencia, ha sido tanto. En mi recuerdo y en mi corazón, permanecerá siempre.