El viernes asistí a la presentación de la Red Nacional de Pueblos Acogedores para el Teletrabajo en la localidad de El Burgo de Osma. La nueva iniciativa, impulsada por el Grupo Red Eléctrica y la asociación El Hueco, de Soria, con el apoyo de Booking, tiene como objetivo la promoción de la España rural como un destino óptimo para el trabajo remoto, garantizando las condiciones necesarias y favorecedoras para que las personas que lo deseen desarrollen una vida profesional a distancia en los pueblos de la Red, ya sea en periodos de tiempos cortos, medio o largos, y así contribuir a dinamizar y repoblar zonas rurales y escasamente pobladas. La iniciativa me parece extraordinaria, un ejemplo más que sirve para desmontar el sambenito que se ha atribuido al medio rural en tantas ocasiones: “En los pueblos nunca pasa nada”. Falso, falso y falso. También el concepto de “la España vacía” ha jugado en contra de lo que significa la vida cotidiana en estos territorios con escasa población. Nunca están vacíos, aunque lo parezca.

Entre los discursos que escuché en la presentación de la nueva iniciativa, las palabras del director de sostenibilidad de Red Eléctrica, Antonio Calvo Roy, me llamaron la atención. Según él, hay tres elementos que debemos tener muy en cuenta para impulsar los procesos de desarrollo rural: la energía, las comunicaciones y el talento. Si los dos primeros son evidentes, el talento solemos pasarlo por alto, pensando que es una característica de un grupo minoritario de personas que poseen tan importante y a la vez escasa habilidad o competencia. Y no, porque el talento puede ser personal pero también colectivo, es decir, que puede referirse a eso que los sociólogos llaman el capital social, concepto que encierra ideas relacionadas con la capacidad de los actores sociales de establecer redes, alianzas y sinergias de colaboración para emprender proyectos que sobrepasen los intereses individuales y tengan un alcance comunitario. Este talento tan indiscutible es clave para emprender en cualquier ámbito. También en los pueblos.

Otra idea que me llamó la atención es el entusiasmo y las ganas de hacer cosas de los representantes de las localidades que intervinieron en el acto. Aunque algunos reconocieron que esta iniciativa no iba a ser la panacea para resolver el problema de la despoblación, sin embargo, sí podía cambiar el sino de los tiempos y suponer un antes y un después en la mirada hacia el mundo rural. Porque de eso se trata: de sumar nuevas iniciativas, Cuantas más, mejor. Pero debe hacerse desde una perspectiva comunitaria, contando con las personas, y con un enfoque de red, es decir, estableciendo alianzas entre los distintos actores de una localidad o comarca, pues la visión supramunicipal en la ejecución de proyectos de desarrollo rural es fundamental. Me alegra que Rabanales de Aliste se haya sumado a esta iniciativa. Espero y deseo que, a partir de ahora, se sumen muchas más localidades de Zamora. Si lo desean, es muy fácil: solo tienen que buscar información en la página web de la Red de Pueblos Acogedores para el Teletrabajo.