No quiero amargarle a nadie la buena nueva sobre la mascarilla pero, dichosos peros, la SARS-CoV-2, conocida como Delta sigue causando estragos en el mundo y España no es ajena a esta situación. No sé hasta qué punto, prescindir absolutamente de la mascarilla será beneficioso para nuestra salud. Sanidad dice que no ve riesgo alguno en la cepa india pese a cercar ya a España. Yo no me fiaría mucho de lo que diga Sanidad, sobre todo si es por boca de Fernando Simón.

Quiero recordar que el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, quiso tranquilizar a la población española en su comparecencia habitual ante la prensa, al comienzo de la pandemia, con una frase para la historia. Dijo que en España “como mucho”, no habría “más allá de algún caso diagnosticado”, remachando: “no habrá transmisión local y, si la hay, será muy limitada y controlada”. No quiero recordar lo que aconteció a lo largo y ancho de tantos infaustos meses marcados por la multiplicación de los casos, de las transmisiones del virus que ni pudieron ni supieron limitar y controlar.

La OMS está siendo clara al respecto de la variante Delta que circula ya por más de 70 países y es mayoritaria en Reino Unido, en donde un inquietante informe oficial de Salud Pública apunta que, entre el 8 y el 14 de junio, el 45% de las muertes en Inglaterra por culpa de ella se produjeron entre sujetos vacunados con las dos dosis, lo que constituye un serio motivo para la alarma. Por si fuera poco, el patógeno parece haber penetrado en la Península Ibérica hasta el punto de obligar a las autoridades sanitarias portuguesas a cerrar perimetralmente los fines de semana su capital, Lisboa, tras detectar que ya es dominante en ella.

La variante que golpea a la capital lusa tras entrar en la península, eleva los contagios en Cataluña, por lo tanto todavía no podemos cantar victoria, ni declararnos vencedores. El bicho no se ha rendido. El hecho de que Fernando Simón reste importancia a su presencia en España es un motivo de preocupación dado el alto grado de desaciertos que acompañan su gestión. Las dudas no se despejan. Muy por el contrario, a escasos días del fin de la mascarilla al aire libre, el patógeno sigue su curso imparable y ascendente, haciendo temer por la normalidad.

En España se han notificado casos y brotes importados y también autóctonos, además de una ligera disminución de la eficacia vacunal. Nos querían vacunados. Ya estamos un buen número de zamoranos. Y ahora ¿qué? Me veo, en pleno verano, lanzando un SOS sanitario por alerta Delta.