El pasado 21 de junio el Museo Etnográfico de Castilla y León acogió la celebración de una mesa redonda sobre la despoblación en nuestra tierra, quizá uno de los mayores problemas de nuestro cercano pasado –cuando muchos sólo lo miraban con resignación-, de nuestro presente y del inminente futuro. Llevaba por título, sumamente elocuente, «Memoria y olvido de la España interior: el problema demográfico». A finales de mayo en el Teatro Ramos Carrión se desarrolló el acto «Emprendimiento femenino en la España vaciada», y una quincena escasa después la segunda edición del congreso «Razones para quedarnos». Son actos muy próximos en el tiempo y pretensiones, y que se multiplican y vuelven una y otra vez sobre las mismas cuestiones, muchas de las cuales se nos escapan como sociedad provincial, mientras que otras nos son tan cercanas como nuestros hábitos de consumo y formas de vida. Tan lejos y tan cerca. Y ya insistí en otro lugar en que la solución no pasa, como algunos creen a pies juntillas, por el 5G ni por exportar tal cual los modos urbanos al mundo rural. Paralelamente, en los últimos meses se ha producido también el debate sobre el establecimiento de macroproyectos de diverso cuño en la provincia y sus perspectivas –o consecuencias- de asentamiento de población sobre todo rural, con enconados defensores y detractores. Se ha hablado fundamentalmente de macrogranjas y de grandes plantas de energías renovables, principalmente fotovoltaica y eólica.

Porque quizá aún no hayamos reparado en que la nueva unidad militar en Monte la Reina no es garante por sí sola del asentamiento estable en nuestra provincia

No obstante, la creación de un nuevo establecimiento militar en Monte la Reina es, por su propia envergadura y por sus dimensiones económicas y políticas, el mayor macroproyecto que abandera nuestra provincia, qué duda cabe. Además de tratarse de una promesa electoral del gobierno de España, la apuesta es considerada de tal calibre por nuestras instituciones que la propia Diputación ha comprometido una suma de 5 millones de euros y las Cortes de Castilla y León han aprobado la dotación de una partida presupuestaria de 700.000 euros para desarrollar la iniciativa. Insisto, un compromiso del gobierno de la nación, lo ostente quien lo ostente. Más recientemente hemos visto que la casa Andreu ha desplegado una enorme pancarta en su fachada, bien visible desde el parque de la Marina –y por ende la entrada a la ciudad desde el Este- apoyando el nuevo establecimiento militar en el paraje cercano a Toro. Es incuestionable que nuestras instituciones públicas y gran parte de la sociedad provincial tienen puestas muchas de sus esperanzas en el macroproyecto de Montelarreina. Quizá los índices que nos han ofrecido tengan mucho que ver con esta ilusionante iniciativa. Un impacto de 42,7 millones de euros al año y el asentamiento de dos batallones con 1400 efectivos. Desde luego muchos encuentran en estos datos una instancia suficientemente capaz para fijar población en la provincia.

Sin embargo, ¿qué iniciativas acompañan al proyecto de campamento militar de Monte la Reina? ¿Qué otros elementos entran en el lote? Porque quizá aún no hayamos reparado en que la nueva unidad militar en Monte la Reina no es garante por sí sola del asentamiento estable en nuestra provincia –ni siquiera en Toro- de sus trabajadores castrenses. No hemos de olvidar que muchos militares ejercen su trabajo en dotaciones cuartelarias y a su fin regresan cada día a sus casas para continuar su vida diaria. Y ello probablemente no sea distinto en Montelarreina, apenas distante una hora en coche de las dos capitales que nos rodean y que sí tienen trabajadores castrenses e infraestructuras militares. Sería una pena que con dinero de la Diputación de Zamora y con el esfuerzo de la sociedad zamorana resolviéramos el empleo de trabajadores residentes principalmente en Salamanca y Valladolid.

Seguramente confiar la fijación de población a la sola estructura militar sea de cortas miras. Desde luego, si pretendemos asentar población hemos de pensar en iniciativas paralelas y articuladas con la castrense a fin de conseguir afectar de lleno a la cuestión demográfica en nuestra provincia. Quizá crear una bolsa de viviendas disponibles susceptibles de oferta directa a este contingente, ofrecer terrenos atractivos para la construcción, diseñar quitas fiscales para su establecimiento en la provincia, ofrecer elementos atractivos que disuadan de vivir fuera de nuestros límites y viajar en coche cada día…, doctores tienen las instituciones implicadas en el proyecto. Urge, pues, no quedarnos solamente en el montante económico público puesto sobre la mesa para que el proyecto de Monte la Reina salga adelante, sino acompañarlo de iniciativas seguramente más modestas que hagan efectiva una de las principales finalidades por las que nuestra provincia avala esta iniciativa, la de fijar población en Zamora.