Qué forma de prostituir ciertas palabras. Concordia: “Decisión que toman de mutuo acuerdo dos personas para resolver un pleito o litigio entre ellas. Documento legal en el que se expresa una decisión acordada por ambas partes”. Me pregunto, ¿dónde está la concordia en la decisión unilateral de Pedro Sánchez con respecto a los presos del procés? Ni avenencia, ni arreglo, ni consenso, ni conciliación sino todo lo contrario. La otra parte sigue en sus trece queriendo más de lo mismo: amnistía e independencia. Entonces, ¿a santo de qué, Sánchez llama a eso concordia?

Una hora duró la ‘concordia’ de Sánchez en la Ciudad Condal. Llegó a las doce en punto y a las trece horas regresaba a Madrid, en medio del abucheo y palabras de grueso calibre del independentismo que ni olvida, ni perdona porque es insaciable y quiere más. La Generalidad en pleno plantó al presidente de España. Le dieron una dosis de ‘concordia’ despreciable. Ni fue grata su comparecencia en el Teatro del Liceo, ni su salida. La puesta en escena no resultó lucida. Sánchez invocó todos los mantras conocidos que de nada le sirvieron y eso a pesar de la pedagogía que ha venido haciendo el Ejecutivo a lo largo de las últimas fechas. Sólo que el Ejecutivo no contaba con que la realidad es tozuda y acaba imponiéndose.

Estar escuchando permanentemente gritos y abucheos muy superiores a los que Sánchez acostumbra a escuchar en Madrid, tiene que ser frustrante para quien se ha imbuido del espíritu de Mahatma Gandhi y ha hecho suya aquella frase de “No hay caminos para la paz. La paz es el camino” Así es, cuando la concordia es real. Cuando se puede consensuar y avenir con la otra parte en discordia.

Me molestan las humillaciones que el independentismo catalán le hace al presidente del Gobierno porque, mientras permanezca en Moncloa, representa a España que es mi país, y a los españoles de cuyo conjunto formo parte. No es plato de gusto ver las constantes afrentas de todos cuantos se esconden en siglas como ANC, Omnium y la órbita de la CUP, donde caben todos los desechos que como su propia nombre indica no tienen utilidad para otra cosa que no sea putear a España y los españoles.

Lo de Cataluña no se soluciona con unos indultos que no tienen razón de ser porque no contribuyen a nada positivo, no contribuyen a establecer un marco de concordia y porque indultados como Junqueras, aseguran que es una muestra de “debilidad” del Estado. Ahí nos duele a los españoles de bien. La debilidad a favor de su permanencia en Moncloa es exclusiva de Sánchez.