¿Se sabe algo de la directiva conjunta aprobada hace ya casi dos años sobre la prohibición de los plásticos de un solo uso? Por aquí nadie dice ni pío. Sin embargo, el vecino Portugal se ha puesto las pilas y a partir del próximo 1 de julio prohibirá la venta de plásticos de un solo uso, que son los más contaminantes y los que más daño causan en los mares a los animales que se topan con ellos en su deambular sobre o dentro de las aguas marítimas.

Portugal toma una vez más la delantera convirtiéndose en uno de los primeros países de la Unión Europea que aplica la citada directiva, cuya puesta en marcha se vio frenada a causa de la irrupción de la pandemia de coronavirus. El impacto de la medida no solo rebajará la contaminación de estas características sino que redundara en una disminución de la muerte de ballenas, delfines y peces que, inocentes ellos, ingieren estos plásticos como si de maná se tratara.

Los datos ofrecidos por los organismos competentes de la UE, son preocupantes. Los plásticos representan el 86% de la basura marina. Sólo un 30% se recoge para su reciclado. Es insuficiente a tenor del basurero marino que conforman los plásticos. En este 2021, deberían desaparecer, otra cosa es que lo hagan, las pajitas, los cubiertos y platos de plástico y los bastoncillos de algodón. Además, los Estados miembros tendrán que recuperar el 90% de las botellas de plástico en 2029. En 2025 el 25% del plástico de las botellas deberá ser reciclado y el 30% en 2030.

Seguro que en Portugal se lo toman más en serio. En España el plástico sigue siendo el rey. Lo único que han hecho los supermercados es encarecer los productos envasados con plástico, cobrarnos un exceso por bolsas que encima no son reutilizables y ganar a costa del consumidor. El supermercado es como la banca, nunca pierde. El plástico parece negarse a desaparecer del mapa. Lo hará sobre la faz de la tierra, pero no en el fondo del mar que es donde está el verdadero problema.

No se sabe para cuándo deja España la aplicación de la Directiva europea. Urge tomar cartas en el asunto. Un aplauso para esas cuadrillas de voluntarios que en playas y monte se dedican a recoger elementos contaminantes que el descuido de muchos ha dejado esparcidos por doquier. La reina doña Sofía siempre es un referente y un ejemplo en este sentido. No se le caen los anillos ni se le mueve un milímetro la tiara de reina emérita para remangarse y, en traje de faena, proceder a la recogida de residuos.