Parecía tal que los confinamientos domiciliarios y territoriales, la pandemia, las restricciones, la crisis galopante que recorre España de norte a sur y de este a oeste, había modificado algunos aspectos de la vida de los españoles. Cayeron en picado los divorcios y separaciones. No es que la armonía conyugal y familiar fuera la nota predominante, pero la realidad y las estadísticas nos hablaban claramente de la disminución en el número de solicitudes de divorcio y separaciones.

Casi un año después, en el primer trimestre de 2021, se observa un aumento de peticiones de divorcio, del 5,7% respecto al mismo periodo del año anterior. El dato parte del Consejo General del Poder Judicial. Por lo tanto, absolutamente fiable. A las separaciones y divorcios hay que añadir las nulidades que tampoco se quedan atrás. El primer estado de alarma y la fase más dura de las restricciones se decretó el 15 de marzo de 2020. A partir de ahí las parejas españolas soportaron muchas semanas de encierro, de interrupción de la vida habitual, de cuidado intensivo de los hijos y de falta de respiros como las vacaciones normales de verano.

Lo ignoro pero, a lo mejor, ese encierro, con roce diario a todas horas, ese aguante que se sobrellevó con mayor o menor estoicismo, fue demasiado para las parejas y, ahora, tras levantar la veda, todo vuelve a aquella normalidad anterior al confinamiento que permanentemente nos ofrecía datos al alza en el número de separaciones. ¿Para qué se unen en matrimonio los seres humanos si a la primera de cambio, cuando vienen mal dadas, cortan, no sé si por lo sano o por lo insano? Siempre hay algo que trastoca los planes de convivencia. La naturaleza humana es de condición sociable, pero en lo tocante al matrimonio ¡qué piel más fina! Y eso que la primera alianza natural de la sociedad humana nos la dan el hombre y la mujer conyugados.

Volver, e incluso superar, a las cifras de divorcios anteriores al confinamiento me produce pena. Los datos del CGPJ indican que las demandas de separación y las de divorcio consensuadas tuvieron un incremento interanual medio del 9,7% en este primer trimestre. En cambio, los divorcios no consensuados se mantuvieron estables y las separaciones no consensuadas disminuyeron un 14,4%. No sé si reírme o llorar. A los románticos nos quedará siempre el amor como a Ilsa y Rick, los personajes interpretados por Bergman y Bogart en Casablanca, siempre les quedará París.

“Si tienes el amor arraigado en ti ninguna otra cosa sino amor serán tus frutos”, sostenía el santo Agustín de Hipona. Parece que el amor suele ser escaso.