Los republicanos de EE. UU. sacan sus “thoughts & prayers”, sus “pensamientos y oraciones”, después de cada tiroteo masivo, pero bloquean las leyes para que en ese país deje de haber más armas que personas. Hipocresía de consecuencias letales.

Cuando vivía en Washington cocinaba con el Telediario de TVE puesto y una vez alguien de otro país me dijo: “en España matan a muchas mujeres”. Las noticias de maltrato y feminicidios se repiten en nuestros informativos como lo hacen en Estados Unidos las de los tiroteos.

El peligro de la repetición es la anestesia. Asumir el horror como cotidiano e inevitable. Aceptarlo de alguna manera. Pensamientos y oraciones y lacitos negros en las redes sociales. Y “es que no tiene nombre”.

Sí tiene nombre. Sí es evitable. No, no podemos aceptar que sea cotidiano, tampoco que exista. En EE. UU. se llama falta de control del acceso a las armas. En España violencia de género, violencia machista, violencia vicaria.

Un hombre secuestró a sus hijas y las mató para hacer daño a la madre, su expareja. Un joven descuartizó a su exnovia de 17 años. Lo supimos en la misma hora de este jueves. Cuántas cosas tienen que fallar para que ocurra este horror: la educación, el Estado que debe proteger. Todos nosotros.

No son sucesos aislados, ni frutos fortuitos de la crueldad humana, no. Son la expresión extrema de la violencia que las mujeres enfrentamos desde niñas. Si creen que esta frase es exagerada, algo simple: den una vuelta por la sección de ropa “para niñas” y “para niños” de su tienda más cercana. Ya me contarán.