La historia de España está llena de trágicos errores: la derrota de los Comuneros y sus libertades, el absolutismo de los Borbones, sus guerras europeas; su teocracia con la Inquisición de brazo ejecutor; el rechazo de las ideas liberales de los ilustrados, el regreso del rey Felón y su derogación de la “Pepa”; todo el convulso siglo XIX y primera mitad del XX; la guerra civil.

Fijémonos en la tragedia del “treinta y seis”, el histórico fratricidio cuando nuestros padres y abuelos. Cierto que el caldo de cultivo de aquellas ideologías tan contrapuestas fueron el atraso, la pobreza, el analfabetismo, la emergencia de dos totalitarismo en Europa: comunismo y fascismo; el choque se produjo por la polarización ciudadana en torno a los dos “ismos” dichos: las dos Españas.

Paul Preston, otros muchos historiadores, mis vivencias con los combatientes, mis investigaciones sobre el asunto, nos hacen ver que, además de rojos y azules, existía una tercera España, moderada, centrista, democrática, liberal (Azaña, Besteiro, Alcalá Zamora, Miguel Maura, Ortega y Gasset, Unamuno, Gregorio Marañón, Azorín, Salvador de Madariaga, etc. etc.) que se vio desbordada por sus extremos a la diestra y a la siniestra.

Aunque la situación de ahora dista, a cien años luz, de aquella España del XIX, del XX, no es bueno que hayamos vuelto a la polarización. En la campaña de Madrid se ha hablado, demasiado, del “bloque social-comunista”, de “los fascistas”. Ya sé que ahora la sangre no va a llegar al río. Todo lo más ponerse pringando los modernos “hunos” y “hotros” en las redes sociales; todo lo más, que no es poco, algún alboroto callejero

Por las razones anteriores considero es malo para España el hundimiento, que se veía venir, del Cs en Madrid.

Estos errores en la historia de España, en bastantes ocasiones se han producido, por muy erróneas decisiones unipersonales. En este caso, Albert Ribera, tras las elecciones Generales de abril de 2019, cuando con 57 diputados, a solo 9 del PP, se negó a formar gobierno con el PSOE. Con 180 diputados hubieran gobernado con una amplia mayoría. Se hubiera evitado la repetición de elecciones. Se hubiera evitado que Pedro Sánchez haya tenido que agarrarse a Podemos, nacionalistas catalanes y vascos, dos proetarras.. ; hubiera evitado a su partido el batacazo de pasar de los 57 Diputados en abril a los 10 en noviembre del mismo año.

Éramos los votantes de Ciudadanos los huidos (en mi caso hace muchos años, en 2004 voté PSOE) de la corrupción del PP, varios millones en todo el país. Centristas, la tercera España, convencidos, hubiéramos visto con buenos ojos una alianza con la social democracia socialista; hubiéramos tenido poder para regenerar a la nación.

A pesar del batacazo de Madrid, no debe desaparecer Ciudadanos. No debe desaparecer porque en este frentismo, evidenciado en Madrid, en esta polarización añeja es necesario un partido centrista moderado. Si los madrileños no han atendido a este mensaje ha sido por eso, por la polarización, por el cabreo de los “hunos” contra los “hotros”. Y, como esa polarización va a continuar en aumento, de ahí puede que los españoles más moderados volvamos a poner los ojos en el partido de los “Ciudadanos”.

Agapito Modroño Alonso