Vivimos en una situación de crisis, no solo económica, sino también sanitaria, que también afecta a la seguridad vial, pero hablando con sinceridad, afecta a todas y cada una las acciones de nuestra vida cotidiana.

Mucho ruido ha hecho la noticia del cobro de autovías en nuestro país, y han sido varios, por no decir todos, los medios de comunicación que han trasladado la noticia, de la que se han hecho eco también las redes sociales, fundaciones, asociación y diferentes colectivos de seguridad vial y también otros que para nada tienen que ver con la seguridad vial.

La novedad ha generado tanto malestar que he podido ser testigo visual de plataformas digitales que recaudaban firmas en contra de esta medida, que anunciaban podía ser real para el año 2024.

Y es que, personalmente, no sé si realmente se está trabajando para la seguridad vial o en contra de la seguridad vial, y es que si ya había debate con el cobro de algunas autopistas, ¿realmente los usuarios iban a estar dispuestos a pagar por el uso de las carreteras de alta capacidad?

Si esta medida se lleva a cabo, es cierto que las carreteras convencionales iban a recobrar vida, porque pocos iban a pagar por rodar por las autovías, unos por orgullo y otros por no poder permitirse ese “lujo”.

Y es que hoy por hoy, el uso de las carreteras convencionales es un riesgo, ya que no se conservan en condiciones, la fauna está cada vez más presente, y por tanto la seguridad vial pasará a ser inseguridad vial. Crecerá el número de la siniestralidad, y por consiguiente los heridos graves y por desgracia los fallecidos. No soy un aguafiestas, simplemente alguien realista sobre los acontecimientos.

También guardo la esperanza de que por el bien de la seguridad vial y de todos los usuarios de la vía, esta medida quede en un simple borrador.

(*) Delegado provincial en Zamora de Fundación AVATA.