En España, en el año 2000, el 49 por ciento de la población son hombres y el 51 por ciento son mujeres. En Zamora ocurre algo similar, como en el resto de provincias. Por tanto, el peso demográfico de cada sexo en el conjunto de los recursos humanos de un territorio es casi simétrico, aunque las mujeres ganen por unas décimas. En esta comparativa se incluye la población de todas las edades: niños, adolescentes, adultos, maduros y personas mayores. Sabemos, sin embargo, que, como si de una ley universal se tratara, nacen más varones que mujeres, aunque a medida que van pasando los años el supuesto sexo débil consigue vivir más que los hombres, por lo que, tomando como referencia la población de todas las edades en una fecha determinada, nos encontramos con la distribución que mencionaba más arriba. En el mundo se observa un comportamiento análogo, de donde se deduce que las prácticas reproductivas de la humanidad, salvo que los países aprueben políticas da natalidad o familiares específicas, siguen pautas recurrentes.

Que unos machitos se rían, se mofen o hagan burlas de una mujer por ser su jefa me parece que resume el oxígeno que han respirado quienes se creen superiores por el simple hecho de ser hombres

¿Y todo este rollo a cuento de qué? Porque esta semana me he topado con dos noticias que me han encendido los ánimos. La primera se presentaba como una carta dirigida a los lectores de este periódico. Autora: Ana Mayor. Ocupación: gerente del Consorcio Provincial de Bomberos de Zamora. Asunto: denuncia ser víctima del machismo de algunos bomberos. Confieso que leí el texto con muchísima atención porque lo que se anticipaba en el titular era impropio de una sociedad del siglo XXI. Que unos machitos se rían, se mofen o hagan burlas de una mujer por ser su jefa me parece que resume el oxígeno que han respirado quienes se creen superiores por el simple hecho de ser hombres. Machismo y patriarcado en estado puro. Me pongo en la piel de Ana Mayor, a quien no tengo el gusto de conocer. Creo que Ana ha sido muy valiente compartiendo sus sentimientos en un espacio público. Ana: aquí estoy para lo que necesites. Y, una vez más, hay que decir alto y claro que no podemos consentir que el machismo siga enfangando nuestras vidas.

Y la segunda noticia poco tiene que ver con la anterior, aunque cuando el titular cayó en mis manos la admiración fue mayúscula: “Una nueva editorial en Zamora viste de papel el talento autóctono”. Caray, qué sorpresa, fue lo primero que me dije. Y el asombro fue aún mucho mayor cuando el reportaje mencionaba que eran dos mujeres, Clara Ponte y Sylvaine de Tourdonnet, las creadoras de Salto al Vacío, que así se llama la nueva criatura que ahora ve la luz. En el contexto tan complicado que estamos viviendo es un lujo encontrarse con iniciativas como esta, sobre todo en una provincia periférica como Zamora. Sin embargo, que dos mujeres hayan unido sus fuerzas para emprender un nuevo proyecto profesional es para quitarse el sombrero. Para que luego vengan unos machitos (me refiero a los que mencionaba unas líneas más arriba) a mofarse de las mujeres. ¿Qué pensarán de esta iniciativa? ¿La despreciarán porque la autoría procede del mal llamado sexo débil? Necesitamos más iniciativas de este tipo. Ánimos y mucha suerte.