Cuando bajo la basura a la caída de la tarde, algunas veces una persona que está sentada en el saliente del negocio situado enfrente del contenedor, en la misma acera, me ayuda levantando la tapa para que pueda maniobrar mejor.

- Porque el pedal del contenedor no sube lo suficiente para que quepa la bolsa y hay que levantarlo con una mano a la vez que se pisa el pedal con un pie y con la otra mano se voltea hacia arriba la bolsa para que si se logra mantener el equilibrio en semejante situación la bolsa caiga dentro del contenedor siempre que no esté tan lleno que no sea posible la caída dentro y sí lo sea tu caída fuera si a esta peligrosa maniobra se unen los peligrosos tacones porque sin ellos igual no llegas a levantar la tapa con la mano o si llegas está tan sucio que prefieres no tocar nada y aceptar las consecuencias de este riesgo cotidiano.

Dicho todo esto de carrerilla sin puntos ni comas para demostrar que lo de los contenedores es un escándalo que se ha encargado de poner de manifiesto recientemente un grupo político, como si no nos hubiéramos dado cuenta todas las personas que sacamos nuestra digna basura diaria para que la recojan y traten los dignos trabajadores del servicio de limpieza.

-Y aun así, sobrevivimos. O dejamos la bolsa al lado del contenedor cívicamente, para que algún ciudadano igual de cívico y con mayor altura –literal- realice la maniobra con seguridad. O para que algún ciudadano igual de alto pero con menor civismo o mayor cabreo por circunstancias de la vida, le dé una patada que la reviente. O sencillamente arrancamos la tapa del contenedor o se rompe de puro vieja, con lo que la bolsa acaba convirtiéndose en manos de los chavales más pequeños cuando les obligan a sacar la basura en un balón para encestar, y la sacada de la basura en un ejercicio de entrenamiento de baloncesto.

Es un escándalo que la basura para los que consideran un escándalo el estado de los contenedores, sea comida de riego para los que rebuscan en las bolsas que con tanto “riesgo” tiramos al viejo y sucio contenedor

Este escándalo de contenedores con la tapa arrancada, viejos y sucios por efecto de la propia basura y sus sinónimos: porquería, cochambre, bazofia, desechos, residuos, purria y otros… Todo esto se evitaría soterrando los contenedores para que la porquería, cochambre y purria no se viera. Además la maniobra de arrojo –verdadero arrojo y osadía hace falta- al contendor, se facilitaría por efecto de la ley de la gravedad. Por lo tanto tienen razón quienes defienden soterrar los contenedores, sobre todo los que están al lado de nuestro rico patrimonio monumental. Aunque no parecen tener en cuenta que, por ejemplo, en el Casco Histórico de Zamora el subsuelo está pleno de riqueza arqueológica que se llenaría de basura y sus sinónimos.

Cuando bajo la basura a la caída de la tarde, la persona que algunas veces está sentada enfrente y me ayuda levantando la tapa del contenedor, otras veces me coge la bolsa directamente y me dice que la deje al lado y ya la tirará él, porque está vaciando el contenedor y rebuscando en la basura en busca de algo útil, a veces comida. Esos días, a la caída de la tarde, hay más personas rebuscando en la basura: un hombre más joven, una mujer con un niño pequeño en brazos.

Es un escándalo que la basura para los que consideran un escándalo el estado de los contenedores, sea comida de riego para los que rebuscan en las bolsas que con tanto “riesgo” tiramos al viejo y sucio contenedor.

La basura puede ser también más cosas. Una de las veces que volví a Rabiche con los miembros de la asociación de vecinos de San Frontis, muchos años después de que mi compañero de educación compensatoria nos llevara a conocer las viviendas que se acababan de construir para erradicar el chabolismo de la zona en el que vivían algunos alumnos de las escuelas hoy cerradas, alguien que nos acompañaba exclamó al ver un considerable montículo de quincalla variada, electrodomésticos viejos y chatarra:

-Toda esta basura había que retirarla.

- Pero si no es basura. Es material de trabajo.

Las chabolas que las casas habían sustituido hace treinta años, habían vuelto a construirse. La mayoría de las casas estaba en un estado decente, aunque alguna iba adquiriendo aspecto de chabola.

La basura puede ser material de trabajo para quincalleros, traperos y basureros, claro está. Como es material de negocio para las empresas multinacionales que se dedican a la recogida y reciclaje de basuras, y que compiten ferozmente por hacerse con un mercado seguro que tiene la garantía del Estado porque es un servicio público, en una sociedad que genera más residuos que lo que produce. “¡Es la economía, estúpidos!”

Cuando bajo la basura a la caída de la tarde, hay una hora especial los días de diario en que hay más personas alrededor del más o menos viejo contenedor de mi barrio. Están esperando el cierre de los supermercados cercanos. Y antes de que las grandes bolsas con comida caducada sean arrojadas al contenedor con las dificultades que supone a las empleadas que lo hacen de dos en dos, se las dejan abrir al grupo de personas que a la caída de la tarde se acercan a los contenedores para que cojan, agradecidas, los productos caducados que ya no pueden vender de oferta en las estanterías del súper. Son comida en cantidad y de relativa calidad, si la comparamos con los desechos de las casas del barrio donde se mezclan las sobras con la mierda.

Recuerdo también hace años las quejas de vecinos que en las Tres Cruces veían a la caída de la tarde a grupos numerosos de inmigrantes pobres competir ávidamente por hacerse con la basura de la comida desechada por un famoso supermercado de la zona. A la mierda que se dispersaba con esa actividad se unía el peligro de la competencia por los productos caducados, que a veces derivaba en peleas entre ellos y en inseguridad ciudadana entre el vecindario y los paseantes de la avenida. Se resolvió cuando la superficie comercial fue obligada o dispuso por propia iniciativa recoger la basura-comida en camiones para llevarla directamente al vertedero, sin utilizar los contenedores de basura doméstica.

Se resolvió un problema de inseguridad ciudadana para unos y un peligro sanitario para los que comían alimentos caducados. Todos contentos porque el hambre se había soterrado como los contenedores.

¡Y claro que el estado de los contenedores de basura de Zamora es un escándalo! Sólo hay que ver lo que se tarda en hacer un contrato para que los que se dedican al negocio de la basura no puedan reclamar en todas las instancias posibles para hacerse con el lucro de la basura que es negocio para unos y trabajo para otros; que son sobras y restos para unos y la única comida para otros.

¡Es un verdadero escándalo! Pero es el capitalismo, imbéciles. El injusto sistema económico que unos defienden y otros sufren.

Para verlo, basta con sacar la basura a la caída de la tarde, también en esta pequeña ciudad donde nos conocemos todos.

(*) Teniente de alcalde del Ayuntamiento de Zamora