Peligroso, sí y cercano al neoliberalismo. Por eso me dio un vuelco el corazón al escuchar a Pere Navarro, director general de Tráfico, justificar la implantación de peajes en las carreteras que financien su conservación y mantenimiento, sosteniendo que “el que las use, las pague”. Por la misma regla de tres se puede exigir que el que use universidades, colegios u hospitales los paguen. O, lo que es lo mismo y al más puro estilo liberal, sálvese quien pueda y, el que lo pueda pagar, que se lo pague. No, señor Navarro, no. No todo el mundo puede. Si queremos justicia, lo que hay que hacer es que aquellos que obtienen desorbitados beneficios de la sociedad –¿será por que cobran de más por sus productos?–, devuelvan vía impuestos algo de lo exprimen a los ciudadanos para así costear el estado de bienestar.

Los impuestos, con criterios de justicia social y equidad, evitando fraudes y abusos, son la forma de redistribuir la riqueza y lograr un mundo más ético.

Atentamente.

Miguel Fernández-Palacios Gordón