Los zamoranos, todos, hemos contraído una deuda incancelable de gratitud con Jesús María Caramanzana y Alberto Martín. Juntos y por separado, dos auténticos ‘craks’ Presumimos los zamoranos del que consideramos el himno que nos une: ‘La marcha fúnebre de Thalberg’. Blasonamos sobre su música, pero a la hora de hablar de Sigismund Thalberg se nos notan las deficiencias. Hasta ahora. Hasta que con su documental, recientemente estrenado en el Teatro Ramos Carrrión: “Thalberg: la historia de un himno”, Jesús y Alberto, Alberto y Jesús han pronunciado una lección magistral que no ha dejado nada al albur sobre el compositor suizo.

No me extraña, lo sé de buena tinta, que ciertas televisiones europeas hayan mostrado su interés por un documental que sabe a poco, que tiene tintes localistas pero es también internacional, que es nuestro, de los zamoranos, pero especialmente de ellos, de Alberto y Jesús que lo han parido, que han hecho un trabajo magistral, sin duda arduo y costoso. Un documental que debe traspasar las lindes provinciales y mostrarse en todo su esplendor en muestras cinematográficas españolas y extranjeras, con sus verdaderos autores como valedores del mismo. A ese nivel está el trabajo de los dos zamoranos.

Las distintas localizaciones realizadas en Nápoles, Londres, Madrid, Valladolid o Zamora, le dan ese carácter internacional, yo diría que universal, adquirido por el documental. El protagonismo, que a nadie le quepa duda, es para los artífices del trabajo, por mucho que haya quienes quieran colgarse medallas con esta joya con la que Jesús y Alberto también se han visto obligados a sortear obstáculos de todo tipo. Mejor dejarlo ahí.

Gracias a ambos, los zamoranos podemos, por fin, hablar de Sigismund Thalberg con el debido conocimiento, con datos, sin cortarnos porque a partir de un determinado momento no sabíamos qué más debíamos decir o contar sobre este compositor ginebrino, el más importante pianista del siglo XIX, digno rival de otro de los grandes de la época, Franz Listz. Los dos zamoranos han logrado ensamblar palabra, imágenes, historia y música en un todo que a nadie deja indiferente. Sobre todo porque nos permite a los zamoranos un conocimiento, yo diría que exhaustivo, de un personaje del que todos hablamos y del que poco sabíamos hasta la fecha.

Solo a Jesús y Alberto, ausentes en el estreno, corresponde hablar de esta realidad en imágenes, por mucho que otros quieran atribuirse el protagonismo de algo que tiene la vida que le han insuflado sus padres. Cuando veo a quienes no corresponde, hablar de lo que no saben, sacando provecho del trabajo de otros, me descompongo. Gracias, Jesús y Alberto por vuestra humildad.