Luna Reyes, joven voluntaria de Cruz Roja, ha protagonizado estos días una escena de esas que tarda tiempo en olvidarse. Muchos mantenemos aún en la retina su abrazo a un inmigrante subsahariano exhausto, tembloroso, desesperado, que acababa de salir, casi agonizante, del mar. Luna le dio en aquellos momentos dramáticos un poco de lo mucho que el joven necesitaba: cariño, calor, una mínima seguridad. He visto varias veces la imagen. Una imagen que resume la tragedia vital de alguien que quiere aferrarse a la existencia, pero, a la vez, es un canto a lo mejor, a lo más admirable, del alma humana. En el dolor y la desesperación del inmigrante se resume la lacerante injusticia que reina en el mundo, la amenaza de la muerte para quienes nada tienen. En la actitud de la voluntaria de Cruz Roja están la generosidad, el desprendimiento, la esperanza. La vida misma con todas sus facetas, sus matices, el haz y el envés, las dos caras de una moneda que siempre suele caer del lado de los que menos la necesitan porque son los más afortunados. El abrazo de Luna y el pobre subsahariano-¿de dónde venía?, ¿cuántas penalidades antes de llegar a Ceuta?- parecía romper esa cruel dinámica; por una vez la historia terminaba bien.

¿Todo tan sencillo, tan optimista, tan emotivo, tan reconfortante? Eso creía yo, pero se ve que los humanos somos más complicados, más retorcidos, más perversos. Y junto al héroe reside la versión del villano, del mal nacido. Resulta que la joven Luna ha tenido que cerrar su página web, o su correo, o como se diga por la cantidad de insultos que estaba recibiendo tras su acción en Ceuta. La han llamado de todo, le han afeado su abrazo, su esfuerzo, su cariño. Es verdad que han sido muchos más los que la han alabado y apoyado, pero con solo que haya un tipejo que la llene de improperios es suficiente para quedarse patidifuso, para no entender nada.

Es imposible meterse en la cabeza de esta gentuza para comprender su postura o, al menos, para saber qué les ha molestado: ¿su incapacidad para ayudar?, ¿su egoísmo?, ¿su odio hacia el diferente?, ¿su rechazo visceral y xenófobo al pobre, al negro, al desvalido? Entre estas malas personas se ha hecho “famosilla” una tal Cristina Seguí, al parecer fundadora de Vox, que se ha destacado en arremeter contra Luna Reyes. Comentarios hirientes, desprecios, mofas, hasta pullas sexuales… Todo un dechado de caridad y virtudes cristianas en alguien que, dado su origen, seguramente alardee de religiosa y frecuente los templos. Si me fue muy complicado entender a los bárbaros que insultaron a Luna desde la cobardía del anonimato en las redes sociales, más difícil me resulta ver la cara de satisfacción de la susodicha Seguí como diciendo “ahí queda eso, que se entere el mundo quién soy yo”. Y a uno le entran escalofríos solo de pensarlo. ¿Se imaginan a esta prójima en un alto cargo, en un puesto directivo, al frente de un tribunal, en lugares donde se toman decisiones? Lo de los escalofríos se agudiza hasta rayar en el miedo. Y nadie la ha desautorizado; al menos, que yo sepa.

Hay quien está pidiendo ya que a doña Cristina y a otros similares se les denuncie por delitos de odio. O que la Fiscalía actúe de oficio. No sé si servirá para algo. Esta tropa siempre halla subterfugios legales (delinquen ante notario) y tienen la habilidad de maniobrar para hacerse los ofendidos y pasar de verdugos a víctimas. Yo creo que tendrían que procesarlos pero por imbéciles, por gilipollas, por impresentables.

Todo lo dicho sobre el abrazo de Luna y sus repercusiones cabe aplicarlo también a las escenas de guardias civiles y policías rescatando bebés en peligro o a punto de ahogarse. También ha habido bandidos que se han metido con ellos. Y probablemente sean de los que, en público, se deshacen en elogio a los cuerpos y fuerzas de seguridad. La hipocresía tiene estas cosas.

Adenda 1.- A partir del 26 de septiembre ya no se podrán cazar lobos en toda España. El ministerio de Transición Ecológica y (supuestamente) Reto Demográfico así lo ha decidido desoyendo a las regiones que sí tienen lobos y a las organizaciones agrarias que defienden a los ganaderos. Si no se caza, habrá más lobos y, seguramente, menos ganado. ¿Qué van a comer los futuros lobos si desaparecen ovejas y terneros? Cabritos, que esos no se escastan tan fácilmente.

Adenda 2.- Regla aritmética infalible: cuantos más trabajadores despiden los bancos, más se suben el sueldo los directivos. Ahora le ha tocado el turno a los de Caixabank. Echarán a 7.791. El presidente, Goirigolzarri, se triplica el salario (cobrará cerca de 1,5 millones de euros) y el consejero-delegado, Gonzalo Gortázar, percibirá más de 2,3 millones. ¡Viva la Justicia social! Pues eso, que viva.