Apreciado Ángel:

No me recordarás, pero yo sí. Te recuerdo de tu época de hermano corazonista hace 50 años. Te llamábamos hermano Cromañón, jugabas al fútbol, tu deporte favorito, con la sotana negra levantada. Posteriormente has mantenido tu afición por la Real Sociedad de tu ciudad natal. Pero sobre todo recuerdo tus clases de Filosofía, especialmente cuando nos explicabas el mito de la caverna de Platón. Con la claridad meridiana que te caracterizaba, tus palabras nos acercaban al mundo perceptivo, las sombras proyectadas en la pared de la caverna por el fuego, que no es sino la proyección de las formas reales, el mundo inteligible. En otras palabras, nos explicabas, esas sombras no son la realidad misma sino su representación más o menos afortunada.

Posteriormente he seguido tu carrera profesional en el mundo educativo, literario y político, indudablemente muy brillante. Creo firmemente en la meritocracia y pienso que nuestros dirigentes políticos deberían ser elegidos no por su ideología o trayectoria política sino por su categoría profesional, sus valores humanos, su honradez – la mejor política, según tú afirmas reiteradamente-- y su capacidad de gestionar las instituciones públicas como una empresa, acercando las mismas a los ciudadanos de a pie, con la idea de resolver sus problemas inmediatos. En este sentido, pienso que las recientes elecciones de la Comunidad de Madrid han evidenciado que personas como tú, es decir intelectuales que poseen el don y la magia de la palabra, moderados, sensatos y con extraordinaria capacidad de gestión de lo público, no tienen cabida en nuestra ¿democracia? Y no merecen verse inmersos en la jauría política o política espectáculo en la que se ha convertido la escena poliítica. Y todo porque dicen que eres “soso y sin carisma”. En este sentido, echo en falta a gobernantes como la canciller alemana Angela Merkel, sin duda la mejor presidenta europea de los últimos 50 años. Echo en falta en nuestro país a gente como ella, con gran inteligencia emocional, que transmita poder personal, implícito en su naturaleza, firme en sus convicciones, honesta, con capacidad de generar confianza y creadora de consensos. Eso sí es una buena gobernante y tú podrías haberte convertido en un gran líder político, como ella, porque tienes cualidades para ello, pero las circunstancias no te lo han permitido.

Si algo ha quedado claro en las recientes elecciones a la Comunidad de Madrid es que tu tiempo ha pasado. Ahora estamos en la época del cuerpo a cuerpo, del insulto personal, de la zancadilla, del exabrupto, los eslóganes vacíos, la ideología trasnochada y el alejamiento de la realidad inmediata. Esa no es tu estrategia política , tú no eres así, y pides con vehemencia, una y otra vez, que nuestros políticos jueguen con las cartas boca arriba, mirando a los ojos de los ciudadanos de a pie , con la vista puesta no en sus votantes sino en todos los españoles. Te han diseñado una estrategia electoral desde Moncloa, basada en el enfrentamiento, y alejada de tu categoría humana e intelectual y valía personal. Una pena, pero la política es así, como “ El príncipe “ de Niccolò Machiavelli puso de manifiesto hace más de 500 años: “ El gobernante que descuida lo que se hace por lo que debe hacerse , antes afecta su ruina que su preservación”. Sin duda el gran responsable de tu derrota es Pedro Sánchez y tú, ángel caído, un efecto colateral de sus errores.

Tú estás a años luz de esta degenerada clase política que desgraciadamente nos gobierna y, sinceramente pienso, debes volver a tu actividad intelectual previa, a tus lecturas de Platón, Hegel y Kant, tus filósofos favoritos. Dominas la palabra y tu mantra es educación, educación, y más educación de la que, por desgracia, carecen nuestros gobernantes. Creo que tu obligación en estos momentos es educarnos a todos los españoles, pero especialmente a la clase política, para que observen la realidad, más allá de sus ombligos y la refriega política, y atiendan a los sin voz, a los marginales y olvidados, a los que nada tienen y nada quieren, salvo el pan y el futuro de sus hijos. Espero sinceramente que desde tu inmensa altura intelectual enseñes a nuestra clase política que debe olvidar su trasnochada ideología, que a nadie importa y que nadie reconoce ya, y recuperar el contacto con la realidad, con nuestros problemas tangibles y más inmediatos.

Te deseo lo mejor y tienes todo mi aprecio y consideración, aunque en estos momentos seas un ángel caído. Vuela alto, muy alto y asciende, sin detenerte un momento, hasta alcanzar , a través de la educación, la verdad suprema , la felicidad y la capacidad de comprender a todos los que te rodean , que solo los hombres educados, buenos y honrados , como tú eres, podéis alcanzar. Al mismo tiempo edúcanos a todos nosotros, incluyendo a la clase política española, para así conseguir que todos nos comprendamos unos a otros mucho mejor y, de esta manera, renazca una “nueva sociedad”, más plena y educada.

Con todo mi afecto.

José Antonio Ortiz de Murua