Ellos, los de siempre, - los que llevan la sartén por el mango, ese poder invisible que siempre “maneja los hilos” - nos hicieron creer que nacer aquí, era algo insignificante.

Nuestros padres, rendidos, nos decían “Hijo estudio y vete” mientras labraban una tierra dura, recia y desagradecida a veces. Gracias a su sudor y sus desvelos salimos, con una maleta, por ahí “palante” a ganarnos la vida.

Pero con lágrimas en los ojos y un hatillo no olvidamos. Que en Zamora tenemos mucho. Nuestra capital es la ciudad con más iglesias románicas de Europa. En la provincia, varios parques naturales (Villafáfila, Lago de Sanabria, Arribes), la mayor cabaña ganadera de ovino de España, el mejor queso, el mejor vino, varios castillos, museos, leche GAZA, la Ruta de la Plata…

Ellos, los de siempre, nos hicieron creer que trabajar el campo y la ganadería era de otra época. Algo a lo que no se aspira, no se elige, es lo que queda… un trabajo de segunda. Pero se olvidaron que sólo unos pocos privilegiados disfrutamos de los atardeceres más espectaculares del mundo… en Villamor de la Ladre, Malillos, Tardemézar, Toro, Palazuelo, Muga…

Nos hicieron creer que las tradiciones no estaban de moda. Que lo mejor viene de Alemania o de Estados Unidos, pero nuestra Semana Santa es un acontecimiento mundial que ocupa portadas en los periódicos más prestigiosos del mundo. Se olvidaron de los trajes típicos, Doña Urraca, la Arracada, El Pulijón de Fermoselle, Santarem Folk, La Mayuela de Bermillo. Se olvidaron que no hay innovación sin tradición, ¿O no, gente de Carbajales? ¿Gente de Pereruela?

Nos hicieron creer que puedes nacer aquí, pero para ganarse la vida hay que irse fuera. Nos lo grabaron a fuego desde que nacimos, somos inmigrantes en nuestro país. Extraños en nuestra tierra. Olvidaron que nosotros ya habíamos ganado. Nuestro premio era nacer y vivir en Sayago, en Aliste, Tábara, Alba, Campos, Sanabria, los Valles, Vidriales, la Guareña…

Nos hicieron creer que vivir en Barcelona, Madrid, Berlín o París era sinónimo de éxito. A lo que “todo el mundo aspira”.

Se olvidaron que el verdadero paraíso seguramente tenga nombre de pueblo, esté rodeado de piornos y cielos limpios, pajares y corrales, viñas, portaladas, riveras preñadas de agua, pontones, puentes… Nada en el mundo te da más paz y alegría que pisar esos lugares.

¿Cómo pueden dejar que se vacíe y hacernos creer que somos una provincia o comarca de la que no sentirnos orgullosos? ¿Quién o quiénes están interesados en convertir nuestros campos en cementerios de chatarra? ¿Por qué no se mima nuestro principal valor, la arquitectura tradicional hecha en piedra seca?

Somos la tierra de los agricultores, los ganaderos, pero también del turismo, la innovación en la producción de materias primas. Somos la tierra de los campos que inspiraron a Unamuno, Miguel de Cervantes, Delibes, Claudio Rodríguez. La cuna de Claudio Rodríguez, León Felipe, Juan Antonio Panero, Antonio Robles, Paulino Guerra, Jesús Santiago, Justo Alejo, Julio César Iglesias, Ramiro Ledesma, Amando de Miguel, Juan de la Encina, perdón, Juan de Fermoselle…

La tierra por excelencia de la buena comida, el arroz a la Zamorana, los embutidos de Puente Robles, el cordero “donde Mati”, los asados en las Tres Chimeneas, los champis y el bacalao del España, las cachuelas de Amalia, la panceta del Bar Paco, los arroces del Coletto, la ternera donde Alonso, el Pulpo en Fadón., “callo, pata, morro, oreja”.. y la siesta, en la Posada de Doña Urraca (Fermoselle).

Y si quieres también hablamos de nuestros vinos, de Arribes, los vinos de la tierra que se elaboran en Villamor de Cadozos, las Arribes de Salamanca… Todo sabe mejor si lo maridas con un “blanquito” de Charlotte la Francesa (que en realidad es inglesa ) o un tinto de Sabaria de las Bodegas Pardal y Punto.

En Sayago tenemos tesoros como: el Castillo de Asmesnal, el arco y la plaza mayor de Fermoselle, la iglesia de San Miguel de Gáname (catedral de Sayago), las cascadas de Abelón, el fuerte de Torregamones, la fuente Rosa de Bermillo, los Arribes en Mámoles, el Rollo de Peñausende, Villardiegua, Moral, Villadepera, ¿Sigo? La Cicutina, la presa de Argusino-Almendra, el Puente de la Albañeza, el de Sogo, las estelas romanas en Moral. Esta lista podría ser infinita, como Sayago.

Siempre se refieren a nosotros como una zona envejecida, como si eso fuese algo deshonroso. Vengan, paren y hablen con nuestros abuelos. Escuchen las historias de la posguerra del “Abuelo Joaquín”, conozcan las rutas del contrabando de Pinilla o Fornillos, echen un parlao con la señora Isabel (madre de 12 hijos; con muchas noches en vela, rezando a la Virgen para que la tormenta no pillara a los que estaban con las ovejas…) Háganlo, aprenderán en un rato más que en 2 años en la mejor Escuela.

Porque si de algo también presumimos en Sayago es de nuestro refranero. Pero ya sabes, al sayagués, ni le quites ni le des… ¡o sí! Depende, porque somos un poco gallegos, muy portugueses y sobre todo, leales.

Por eso nunca deben olvidar que peor que el que no sabe dónde va, siempre, siempre, es el que se olvida de dónde viene.

Pablo Garrido Pintado

pueblosdesayago.com