Miles y miles de personas, en su mayoría jóvenes y adolescentes, festejaron la madrugada del sábado al domingo, en las calles y plazas de numerosas ciudades de España, el fin de los más de seis meses del estado de alarma. A partir de la medianoche se desató la euforia con concentraciones espontáneas de personas, la mayoría sin mascarilla, sin observar la debida distancia social y con signos de embriaguez. Los episodios más llamativos por la masificación de las concentraciones, se vivieron en Madrid, Barcelona, Salamanca, Pontevedra, Sevilla, Málaga, Oviedo o Segovia. Los zamoranos también celebraron la libertad para moverse y trasnochar, pero sin las llamativas aglomeraciones de, por ejemplo, la vecina Salamanca.

La irresponsabilidad ha vuelto a estar presente lo que impide cualquier atisbo de esperanza sobre futuros comportamientos en estos tiempos que reclaman para todos la máxima prudencia. Y eso, a pesar de las vacunas y de los cuidados que sí observan tantas y tantas personas. En realidad, no sé qué es lo que han salido a celebrar de forma tan imprudente e insensata. ¿Los miles y miles de muertos, casi toda una generación, que se ha llevado el coronavirus? Porque el fin del estado de alarma no requería tanta parafernalia multitudinaria que puede llevarnos a nuevas restricciones.

Petardos, botellones y algaradas fueron la nota dominante en las concentraciones multitudinarias. A lo mejor la hostelería volvió a tener la culpa de los tumultos. No lo sé. Como siempre que se levanta el índice acusador se señala directamente al sector, lo mismo ahora ocurre otro tanto de lo mismo. Las autoridades de Castilla y León parecen verlo así. Me temo que los agentes de las Policías Nacional y Local van a tener mucho trabajo a partir de ahora como los ‘celebrantes’ no bajen el pistón. De verdad que no entiendo esa euforia. En realidad, muchos han venido haciendo lo que les ha dado la gana con toque de queda, con cierre perimetral y con otras restricciones.

Así, no. Así no podemos vencer al ‘bicho’. Esto no hay vacuna que lo resista. Como los contagios empiecen a aumentar ya veremos en qué acaba la euforia del momento. Si yo también quiero libertad. Si yo también quiero moverme sin restricciones. Si yo también quiero salir y entrar a mi antojo. Si yo también quiero alargar la hora de charla presencial con mis amigos. Pero, así, no. Quiero respetar y que me respeten. Quiero que seamos sensatos. Zamora, de momento, se libra con un sobresaliente, pero ya veremos en qué acaba el civismo de tantos. Baleares y comunidad valenciana mantienen el toque de queda, no demos pistas a nuestros dirigentes autonómicos.