Al paso que vamos no podremos ausentarnos de casa ni para ir a por el pan nuestro de cada día. Una especie invasora nos está poniendo las cosas bastante difíciles. Una especie que tiene debilidad por los pisos de lujo y por los chalés de zonas residenciales. Me refiero a los okupas. El asunto de esta especie invasora se le ha ido de las manos a la autoridad competente. Ha pasado de ser algo anecdótico, a convertirse en una rutina insoportable e insostenible para los perjudicados.

En ningún país de los muchos que estrellan su suerte en la misma bandera que España, ocurre lo que en nuestro país. El okupa tiene todas las de ganar frente a los dueños del inmueble ocupado. ¡Ya vale! Ya está bien de soportar lo que tantas familias españolas vienen soportando desde hace algunos años con esta especie invasora que ni fumigándola se logra exterminar. Hay que acabar con esta situación lamentable.

Además, no respetan ni a jóvenes, ni a mayores. Que se lo pregunten a una señora de 72 años y a su hijo, que mientras permanecían ingresados en un hospital de Palma, dos listos de unos 21 años, reventaron la puerta del piso, donde madre e hijo vivían en régimen de alquiler desde hace treinta años, poniendo en la puerta de la calle todas sus pertenencias para que fuesen recogidas por los servicios de limpieza.

Vamos a ver, ¿a eso no se le llamaba, por lo menos antes, allanamiento de morada? ¿Acaso eso no es un delito? Lo terrible es que no conformes con allanar los domicilios particulares, estén vacíos e incluso con sus inquilinos dentro, una vez que toman posesión, se dedican a destrozarlo todo, posiblemente para venderlo en almoneda. No buscan un techo bajo el que cobijarse. Buscan hacer daño. Lo mismo defecan en el sofá del salón, que miccionan en el dormitorio o arrancan griferías, pomos de las puertas y todo lo que consideran vendible.

¿Hasta cuándo hay que seguir soportando esta situación? Y no les toque usted, que se le cae el pelo según argumentan los agentes de la autoridad. Hay que legislar al respecto. Hay que hacer algo urgente. Hay que dejar actuar en consecuencia a la Policía y dejarse de argucias más o menos legales. Hay que fumigar, con la ley en la mano, a estas termitas humanas que todo lo asolan. Pero, claro, es necesaria una ley consistente, sin recovecos, que impida a esta especie salirse con la suya. A veces, incluso consiguen unos miles de euros por abandonar el domicilio que no es suyo. Ya está bien de dar alas a esta gente.