Está ya muy cerca el día en el que el actual estado de alarma pase a la historia. Y digo actual, porque no se puede asegurar que no haya futuros estados de alarma. Los españoles estamos hartos de restricciones. Tocaba por una cuestión de supervivencia. O el virus o nosotros. Lo nuestro pasaba por todo lo que ya sabemos, por todo lo que unos han padecido, otros aguantado y unos cuantos se han saltado a la torera.

No todo va a ser igual de fácil en todas las comunidades autónomas. Cada una cuenta con su propia problemática. En el País Vasco piden y buscan soluciones a partir del 9 de mayo, cuando termina el actual estado de alarma, para mantener las restricciones en vigor por el alto nivel de transmisión del virus. Al parecer, las distintas regiones, dependiendo de su problemática, tendrán un estado de alarma a la carta. De hecho, apuntan a un recoveco legal de la Ley Orgánica del 81 para mantener las restricciones.

Las vacunas siguen siendo la gran esperanza para toda o casi toda la población. Ya conocemos la opinión de los negacionistas. Bien es verdad que cuando todo parece controlado, ‘importamos’ una nueva cepa. Cepas cada vez más resistentes y más letales, como la procedente de la India. Precisamente un ritual hindú ha extendido la nueva cepa. La creencia de que el Ganges, río sagrado para los hindúes, da inmunidad a aquellos que se sumergen en sus aguas, ha dejado imágenes de baños multitudinarios y por lo tanto peligrosos que se han convertido en un foco de infección del COVID-19.

Volviendo a lo que nos atañe, en líneas generales, en las distintas comunidades hay acuerdo sobre el hecho de que la vacunación avanza a buen ritmo y con bastante regularidad, pero no es menos cierto que, además de la vasca, otras muchas opinan que es posible que necesiten un mes más de limitaciones selectivas de los derechos fundamentales como el de la movilidad. Incluso aquellas como Castilla y León que se encuentran en un escenario más favorable contemplan la posibilidad de que se prolongue el toque de queda, aunque se retrase a las doce de la noche e incluso un poco más tarde. El problema está en haber quién es el guapo o la guapa que decide tomar ese camino ya que implica desgaste ante la opinión pública.

Hay que esperar al día 9 y a que el ritmo en las vacunaciones no decaiga. Apueste lo que quiera a que a pesar de que el presidente del Gobierno ha enviado a correr el asunto, las distintas autonomías encontraran los necesarios recovecos legales.