Que no se recoja una llamada telefónica de una persona conocida, pues se producirá por algo que el que la emita desea que sea escuchada, al menos.

Que no se conteste a un WhatsApp cuando el remitente es colaborador de la entidad donde labora la destinataria, lo que, muy probablemente, contribuiría a la mayor satisfacción de los deseos de los respectivos “clientes” y, por ello, al prestigio de sus “productos” y de la “qualité” y reputación de la organización en cuestión.

Que haya médicos que, “sin mediar palabra, sin explicaciones, sin avisar”, dejen al paciente sin su consulta, diagnóstico, seguimiento de la patología y tratamiento subsiguiente.

Que haya abogados que, no se sabe por qué motivos, declinen llevar a cabo una demanda, (petitio litis introductoria), ante el orden jurisdiccional Contencioso-Administrativo; o bien, no la continúen, dejando indefenso, en principio, al demandante.

Que haya “restauradores” que, “de buenas a primeras”, alegando sinrazones y mentiras, dejen sin atender a clientes “de siempre”, cuando, además, se encuentran enfermos.

Que haya gentes que “no son desconocidas” y “vaya Vd. a saber por qué”, no intercambian un saludo.

Que haya personas empresarias, por llamarlas por algún nombre, que no respeten al cliente, que le acosen con llamadas telefónicas, que no cumplan lo estipulado en el contrato, que dejen cantidades sin devolver a sus legítimos dueños.

Que haya establecimientos de reparación que no cumplan su cometido y no devuelvan el importe abonado por el propietario del móvil averiado, por ejemplo.

Que haya talleres de automóviles que carguen en factura horas no realizadas.

Que haya comercios a los que se le encargan un producto, y de lo cual no se vuelve a saber nada el cliente.

Con tales procederes seguirán los profesionales liberales y los comercios sin clientela, los locales sin alquilar, vaciándose el territorio, empobreciéndose; cuando sobre todo en “ciudades coquetas” se podrían quedar excelentes “hubs” de excelentes especialistas, de comercio especializado, lo que atraería personal de otros territorios, generando empleo y riqueza para los demás sectores económicos.

Y para que seguir. Todo lo reseñado hechos reales, de muchos de los cuales se suelen poner de manifiesto ante los servicios y secciones de consumo de los ayuntamientos y de la Junta de Castilla y León, Colegios de Médicos y de Abogados, Cámaras de Comercio e Industria, etc., por tener competencias en su conocimiento, tratamiento y posible resolución. Pero unos callan, otros hacen solo de “correveidiles”, y poco más, dejando indefenso al ciudadano, obligándole cuando el daño producido, la negligencia, o la cuantía del asunto lo merezca, a acudir a los Tribunales.

Y por supuesto, nada más alejado de que lo reseñado sea porque se precise de un “pañuelo de lágrimas”, más bien al contrario, para que, si se publica, sirva para que todas las personas, administraciones públicas y organizaciones al servicio del público en general, y como representantes de los colectivos aludidos, lo conozcan y arbitren, respecto a sus colegiados y miembros, cuantas medidas sean precisas para que cumplan con sus objetivos, sus compromisos, etc., contribuyendo a restañar, en la medida de lo posible, los perjuicios causados al colaborador, al paciente, al cliente; alcanzando la reputación y prestigio.

Con educación, con empatía, con respeto, con agradecimiento, ello no ocurriría.

Marcelino de Zamora