Ursicina Martínez, Antonio Pedrero y José Luis Coomonte nos recuerdan que el patrimonio de Zamora tiene nombre y apellidos. Estas figuras insignes son ya patrimonio eterno de nuestra ciudad. Con el más que merecido reconocimiento a su trayectoria, la ciudad va saldando deudas pendientes con artistas y personalidades de la cultura sin los que, nuestra ciudad, sería menos de lo que es hoy. Zamora estaría huérfana sin sus gentes, sin todas aquellas personas que han ido poniendo su granito de arena para legarnos un patrimonio enriquecido con su dedicación y esfuerzo. Es de justicia reconocer la importancia de su trayectoria pero no solamente se trata de eso. Zamora es patrimonio histórico. Zamora es su Catedral, su muralla, sus iglesias románicas y sus ingenios hidráulicos, pero también es tradición, folclore, romerías y la vida de sus habitantes. Zamora es patrimonio cultural inmaterial. Zamora es la historia de Viriato, la historia de Doña Urraca y Vellido Dolfos, la historia de nuestros cofrades, romeros e imagineros, la historia de nuestros artistas... Sin todos ellos, nuestro acervo cultural no gozaría de la popularidad que tiene en el presente, y la candidatura de Zamora a Patrimonio Mundial de la Humanidad carecería de sentido.

Un paso importante en esa dirección, en la que patrimonio material e inmaterial van de la mano, lo encontramos en las aceñas de Zamora. En ellas, construcciones de gran valor arquitectónico, nos recuerdan el trabajo de antiguos molineros y nos demandan protección. La semana pasada las Cortes autonómicas aprobaron la propuesta de los procuradores socialistas para la declaración del conjunto de las aceñas del Duero como Bien de Interés Cultural (BIC). Desde inicios de mandato, el Grupo Municipal del PSOE hemos defendido la importancia de actuar sobre las aceñas de Zamora como paso ineludible para cuidar de nuestro patrimonio. Venimos alertando insistentemente desde hace dos años del grave deterioro de las Aceñas de Gijón. Es urgente impulsar proyectos de conservación en las aceñas, muy especialmente en el caso de aquellas que se encuentran enormemente deterioradas y que requieren una rápida actuación para ser consolidadas y rehabilitadas. Esperamos que la declaración BIC del conjunto de las aceñas sirva para que, definitivamente, el Ayuntamiento de Zamora se ponga manos a la obra y se tomen las medidas necesarias antes de que sea demasiado tarde.

No dejemos que el olvido borre su recuerdo, ni que se lleve con él una parte sustancial de nuestras raíces. Sigamos valorando a quienes han hecho de Zamora la ciudad que es hoy y evitemos que nuestra herencia se convierta en desmemoria

Este pequeño avance tiene que servir para perseverar en nuestras aspiraciones a ser patrimonio de la UNESCO. Por nuestro patrimonio material e inmaterial tenemos atractivos más que suficientes para ser PMH, sin embargo, tenemos que actuar rápidamente en su conservación y protección si no queremos que, como un castillo de arena, lo veamos desvanecerse ante nuestros pies. Hace apenas un par de semanas, los concejales socialistas hemos instado al Ayuntamiento de Zamora a seguir trabajando en esa dirección, garantizando la protección del edificio de las Josefinas en la Avenida Requejo, con su catalogación como “elemento protegido”. Un edificio cuya fachada embellece el centro de la ciudad, y en cuyos pasillos se han cruzado generaciones de zamoranos y zamoranas, no debe desaparecer de la noche a la mañana por no haber puesto los medios necesarios para evitarlo. Detrás de sus muros y paredes está un pedazo de la historia de Zamora. También lo está en sus parques y jardines, como lo son los “Jardines de Ursicina Martínez”, recientemente inaugurados en las proximidades del parque de Eduardo Barrón. Un homenaje a una extraordinaria mujer que puso en marcha la Casa de la Cultura hace cincuenta años.

De la misma manera que los concejales del PSOE propusimos el póstumo reconocimiento a Ursicina Martínez, consideramos que la gratitud de la ciudad también debe ser expresada en vida, y que el reconocimiento a una dilatada carrera puede servir para que los artistas sientan el calor de los vecinos y vecinas de la ciudad. Por ello, animamos al Ayuntamiento de Zamora al nombramiento del pintor, Antonio Pedrero, como “hijo predilecto”. Reconocimientos a los que se ha venido a sumar estos días el “Premio Castilla y León de las Artes” al polifacético artista benaventano, José Luis Coomonte, por su brillante trayectoria. Aunque poco a poco vamos superando esta asignatura pendiente, el agradecimiento a nuestros artistas y la aclamación de sus obras debe ir más allá de la compensación simbólica y tiene que estar enmarcado en una puesta en valor de todo nuestro patrimonio material e inmaterial. El patrimonio de Zamora no puede ser entendido sin las obras de sus artistas. Las plazas, los edificios, las avenidas y las fachadas no serían lo que son sin todos aquellos zamoranos y zamoranas que le dieron vida y que consiguieron que el nombre de Zamora llegase más allá de las orillas del Duero.

No podemos dejar que su nombre y apellidos se desvanezcan. Sería una gran injusticia pero, sobre todo, supondría un gran perjuicio para nuestra ciudad. Como advertía el filósofo medieval Ramón Llull, “el amor nace del recuerdo, vive de la inteligencia y muere por olvido”. No dejemos que el olvido borre su recuerdo, ni que se lleve con él una parte sustancial de nuestras raíces. Sigamos valorando a quienes han hecho de Zamora la ciudad que es hoy y evitemos que nuestra herencia se convierta en desmemoria.