Nunca como hasta ahora se había disparado la venta de ansiolíticos, tranquilizantes y pastillas para dormir de toda clase y condición. El virus y sus consecuencias nos han quitado el sueño. Al parecer dormimos menos y dormimos mal. Es lo que tienen las preocupaciones. Al insomnio que provocan, hay que añadir un nuevo motivo de preocupación: dormir seis horas o menos a partir de los 50 años incrementa el riesgo de demencia. Es la conclusión a la que ha llegado una investigación publicada en “Nature Communications” tras analizar los datos de un estudio que examinó la salud de casi 8.000 personas desde hace 25 años.

Querido lector, si frisa la cincuentena o está en ella intente por todos los medios naturales dormir de un tirón. Si se pudieran dejar las preocupaciones, los miedos, la ansiedad fuera del dormitorio, la tranquilidad, la paz, el sosiego, serían aliados perfectos para conseguir el objetivo. Si se pudiera caer de inmediato en brazos de Morfeo y en eso que se llama sueño reparador, nuestra salud mental lo agradecería sobremanera.

Cada año se reportan casi diez millones de nuevos casos de demencia en todo el mundo. El síntoma común a todos ellos es el mismo: el sueño alterado. Mal asunto porque, repito, el tiempo dedicado a dormir está relacionado con el riesgo de demencia en los adultos mayores (65 años o más), pero hasta la fecha no estaba claro si esta asociación también era cierta para los grupos de edad más jóvenes. El estudio de referencia lo confirma. Lo cierto es que los hallazgos no pueden establecer causa y efecto pero sugieren que existe un claro vínculo entre la duración del sueño y el riesgo de demencia.

Son muchos los datos que apuntan a que no dormir de un tirón duplica el riesgo de morir por enfermedades cardiovasculares, curiosamente solo en mujeres. El quid de la cuestión parece estar en las horas empleadas para dormir. Por debajo de las siete horas, existe un peligro real. Ni seis ni cinco horas, y quien diga que ese escaso intervalo de tiempo es suficiente, se equivoca. Los patrones de sueño tienen que ser consistentemente largos. La edad clave para considerar la necesidad de un buen sueño, va de los cincuenta a los setenta años.

Los hallazgos sugieren que el sueño puede ser importante para la salud del cerebro en la mediana edad. Las investigaciones futuras pueden establecer si la mejora de los hábitos de sueño puede ayudar a prevenir la demencia. Algo crucial, ya que los cambios en los patrones del sueño son comunes en personas con la enfermedad de alzhéimer y otras demencias.