El año 1978 asistí en Madrid a la Asamblea Constituyente de las Asociaciones Judiciales y en ella defendí la creación de una profesional, para la defensa de los intereses generales de la Judicatura. Ello determinó que por el magistrado del Tribunal Supremo Sr. Carretero, se me preguntara por qué motivo me oponía a la creación de otras y mi respuesta fue sencilla y clara: Porque en mi opinión se politizara la Carrera y la Justicia, en perjuicio de ambas y de los justiciables, como la realidad lo ha venido a demostrar lamentablemente.

De hecho hoy hay cuatro asociaciones de Jueces y Magistrados, con la designación desacertada de Jueces para la Democracia de una de ellas, como si las demás no lo fueran, y con el deplorable calificativo de la primera como progresista y de las otras tres como conservadoras, cuando la Justicia debe ser y parecer apolítica, aséptica, recta, imparcial e independiente.

Por otro lado y desde hace más de dos años, el Poder Judicial está hoy paralizado y prácticamente inerte en su función primordial -el nombramiento de altos cargos de la Magistratura-, ante el desacuerdo de los partidos políticos para la renovación de los cargos de vocales del Consejo, ya que la nueva Ley Orgánica 4/2021 de 29 marzo de reforma del actual, priva además al mismo del ejercicio mas relevante y trascendental que tiene encomendado, lo que supone su encallamiento mayor según ha sido ya calificado por los medios de comunicación social y que la Comisión Europea examine en breve el Estado de Derecho en nuestra nación, ante la carta de alerta también de 2.500 jueces denunciando su posible violación.

La solución no es fácil. No es fácil mientras no haya altura de miras y de Estado entre los partidos políticos, en vez decisiones demagógicas, de intereses espurios o egoistas de partido.

Mientras tengamos de hecho en España una Partitocracia en la actualidad -hay que decirlo y escribirlo alto y claro-, en lugar de una verdadera, seria y deseada Democracia de Derecho.

José Donato Andrés