A lo que dice y hace el nacionalismo excluyente catalán se le puede llamar, sin ambages, incitación al odio, a la discriminación, al rechazo. Es lo que han hecho con los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Durante dos meses, la Generalitat de Cataluña, maniobró torticeramente para no vacunar a policías nacionales y guardias civiles incluidos en el grupo 6 de colectivos prioritarios que fijó la Comisión de Salud Pública y el Consejo Interterritorial.

De los casi siete mil agentes de ambos cuerpos que trabajan en Cataluña, no se ha inoculado ni al 15% frente al casi 80% de funcionarios que ya han recibió su dosis en el resto de España. Para apuntalar lo del odio, la discriminación y el rechazo, estoy en la obligación de decir que la cifra de vacunados, ronda el 100% en mossos y policías locales catalanes. Vuelvo a romper una lanza y las que hagan falta, por la Policía Nacional y la Guardia Civil, la de aquí, de mi tierra, donde se han convertido en amigos, los de allí, los de Cataluña, donde están sufriendo la incomprensión y el desprecio de unos pocos que son los que gobiernan, y los del resto de España, porque sin ellos, nuestros pueblos y ciudades serían un caos, porque son ellos los que velan por nuestra seguridad, la ciudadana y la rural, porque verles patrullar la calle es toda una garantía.

Ni la Policía Nacional ni la Guardia Civil se merecen el trato vejatorio que se les dispensa, también desde instancias gubernamentales. No me consuela el hecho de que la ministra de Sanidad, Carolina Darias, nos diga y les diga que el Gobierno se encargará de la vacuna de estos efectivos en Cataluña porque “este colectivo no ha tenido la respuesta establecida en la estrategia de vacunación”. Menos eufemismos, señora ministra. Hay que echarle un par a ese tipo de actuaciones y tratar a ambos Cuerpos con la dignidad que unos pocos quieren arrebatarles.

La fea, insana y peligrosa costumbre de pasar por alto todas las afrentas que parten del nacionalismo excluyente catalán, llevan al Gobierno a una situación de complacencia con comportamientos y actuaciones totalmente punibles. Cuanto más menosprecian los radicales y el independentismo a las FCSE, más aumenta el número de españoles que apoyamos y agradecemos el trabajo impagable que realizan, que nos sentimos orgullosos de todos ellos, que los queremos y respetamos.

La intención del independentismo quedó clara desde el 10 de febrero, cuando se inició el proceso. Nunca contemplaron la asistencia a los hombres y mujeres de ambos colectivos. Lo que en Cataluña les falta, aquí les sobra: nuestro reconocimiento.