En lugar de impulsar políticas sociales y de igualdad, Irene Montero, ministra del ramo, está destrozando el idioma español, la segunda lengua materna del mundo por número de hablantes tras el chino mandarín y la tercera lengua más utilizada en internet donde posee un gran potencial de crecimiento. Esta chica, por muy ministra que sea, hoy en día es ministro cualquiera, no puede atentar contra el idioma, contra la Real Academia de la Lengua, poniendo en entredicho, en cada una de sus intervenciones, a su propio partido, al que flaco favor hace con esas gilipolleces pretendidamente inclusivas de las que constantemente hace gala.

Su discurso, en un reciente acto de precampaña en Madrid, en el que utilizó ese lenguaje que tanto le gusta y que tanto fastidia a distintos colectivos que ella dice defender, estuvo plagado de ‘niños, niñas, niñes’, ‘todas, todos, todes’, ‘hijos, hijas, hijes’. Tiene que ser agotador y aburrido mantener un discurso desdoblando permanentemente el masculino y el femenino. Montero tiene trazado un plan que desea imponer a la sociedad y ahí sigue tratando de conseguirlo a costa de las críticas de unos y de las risas de otros.

La RAE lo considera una extravagancia que no facilita la comunicación. Muchos de sus académicos se han escandalizado por esta manía que Montero ha convertido en costumbre y sabido es que las costumbres hacen leyes. Cabe esperar que esto que aquí hablamos no se convierta en una ley en toda regla, de esas que pasan por el Parlamento y aparecen en el BOE. Sería el colmo, la colma y el colme.

Cuando los políticos se empeñan en utilizar ciertas expresiones, suena incluso mal. Suena a insulto a la inteligencia del que escucha. Del ministerio de la señora Montero no ha salido nada de provecho. No ha luchado contra la brecha salarial, ni una propuesta razonable, ni el trabajo arduo que debería realizar para favorecer la conciliación y acabar con las desigualdades. Tanto dinero derrochado para nada.

La mayoría de periodistas, también han criticado duramente el lenguaje empleado por Montero. Profesores de lengua y literatura están enfadados por esta nueva patada al diccionario. En el Instituto Cervantes se muestran preocupados, ellos que, precisamente, defienden constantemente la evolución al alza de nuestro idioma en el mundo ya que en la última década ha crecido más de un 30%. Me quedo con la firmeza de la RAE “El uso de la letra ‘e’ como supuesta marca de género es ajeno al sistema morfológico del español, además de ser innecesario, pues el masculino gramatical funciona como término inclusivo en referencia a colectivos mixtos, o en contextos genéricos o inespecíficos”.